Escrito por: Raúl Pérez
Texto de la autoría del escritor Faustino Pérez, publicado en su libro «Ensayos y Aciertos».
En asuntos de fama y de nombre, la gente es hipersensible, porque es el ego el que está involucrado; por ese motivo, las cosas que se hacen con tal de sobresalir del montón de los mortales son inverosímiles. Precisamente, para eso están los medios icónicos de comunicación de masas, principalmente.
La práctica social más extendida y que en muchas ocasiones provoca una competencia feroz, con pisotones y empujones incluidos, es la que se conoce por el dominicanismo de «el figureo», que se deriva del verbo castellano «figurar», y es una habilidad que al final de cuentas puede producir desde mucha alegría hasta una gran desilusión, pasando por variados estados de ánimo. Y por si fuera poco, el figureo es definitivamente adictivo. Aquí han llegado embajadores extranjeros reticentes a salir en una revista de sociedad, al principio de su gestión; y al final, hacían todo la imaginable por verse en los medios, por poner un solo caso; yo sé de algunos personajes, diplomáticos o no, que llevan sus propios fotógrafos y/o camarógrafos a las actividades, para no dejar nada al azar.
Incluso, se han desarrollado modelos teóricos para tratar de explicar lo que sucede en los casos en que uno salga al lado de diferentes «figureantes», por ejemplo, en el supuesto de que sean importantes con una fama positiva, o por el contrario, si son deleznables desde la vertiente de la sociedad. Esto implica que al figurante se le puede añadir una plusvalía, o cabe la posibilidad de que se le reste algo de prestigio, dependiendo todo de cómo aparezca, con quién salga, haciendo qué cosa, y en dónde.
Lo que sí es seguro es que los más exitosos y expertos en ese empeño, lo hacen a tiempo casi completo en sus horas libres, dedicándole muchos esfuerzos que pueden ser recompensados, o no, dependiendo de la suerte, de las técnicas empleadas, de la audacia, y de los recursos de que se dispongan. Es preciso aclarar que hay personas que figurean por las características de su trabajo, pero esos son los menos.
No se puede olvidar los gastos en la indumentaria, porque al figurante le conviene ser una persona «aparente», como afirman las periodistas que cubren las actividades sociales; igualmente, hay que contar con los expendios en el transporte hacia los lugares apropiados, amén de la realización de una faena fina de relaciones públicas con los reporteros. Simultáneamente, es preciso realizar una labor de zapa, para eliminar y/o disminuir la competencia. Está claro que el congraciarse con los protagonistas ayuda, si uno mismo no lo es, como sucede la gran mayoría de las veces.
Se trata de todo un arte y una técnica, con mucha mayor complejidad de lo que aparenta, por lo que posee de frivolidad, y que precisa de una obstinación metódica para poder tener éxito. No se trata de aparecer un día en los mass media por accidente, o porque no había casi público, eso lo logra cualquier hijo de vecino.