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Virando latas

Escrito por: Ramón Molina

Si conseguimos entender por qué un perro muerde, conseguiremos evitar muchas mordidas. Que un perro muerda a un humano no significa que ese ejemplar sea agresivo, simplemente el humano no supo interpretar las señales o los avisos que el perro le dio.

La mordida suele ser el último recurso para muchos ejemplares después de darnos muchas señales de que algo le está molestando. Estas señales suelen ser:

Bostezar, guiñar los ojos o humedecerse la nariz.

Voltear la cabeza.

Voltear el cuerpo, sentarse o rechazar algo con la pata.

Marcharse.

Pelaje erizado, orejas hacia atrás.

Agacharse con la cola hacia abajo.

Con el cuerpo inclinado hacia abajo y la pata levantada.

Cuerpo rígido y mirando fijamente.

Gruñir.

Chasquear los dientes.

Suficientes, ¿no? Si interpretamos adecuadamente el lenguaje corporal y los sonidos que emite el perro, entenderemos que estamos haciendo algo que le molesta y, que si no cambiamos de actitud, se defenderá. Por ejemplo, un problema bastante común, un perro que juega normalmente con un niño, pero le muerde a la hora de la comida. ¿Cómo puede ser esto? Fácilmente, el niño invadió el espacio del perro, este le avisó con gruñidos o cualquiera de las señales indicadas anteriormente y nadie corrigió al niño (sí, el niño es el que le está faltando el respeto al perro en esta situación, aparte de ser un problema de jerarquía), por lo que el perro “defendió” su alimento y mordió al niño.

Algunas veces, el dueño, en lugar de intentar entender  el porqué el ejemplar está emitiendo estas señales, lo corrige sin más. Esto puede ocasionar que el perro aprenda a inhibir esas señales para evitar la corrección y muerda directamente, sin ningún aviso previo claro. Debemos tener siempre presente que los animales también tienen emociones y sentimientos y, a su manera, intentan comunicarse con nosotros, por lo que debemos aprender a comunicarnos con ellos de la manera correcta. Para esto, podemos pedir ayuda a un especialista y pasar tanto tiempo como sea posible con nuestro ejemplar.

Si un perro que no conocemos nos emite alguna de estas señales, lo mejor que podemos hacer es alejarnos cuidadosamente, sin darle la espalda ni salir corriendo, ya que esto lo podría interpretar como una provocación. En el caso de no poder apartarnos, lo mejor es quedarse lo más quieto posible y sin gritar. Si el ataque es algo inevitable, podemos utilizar cualquier objeto, por ejemplo, el bolso, para evitar que nos muerda a nosotros. Y si no tenemos nada a mano y el perro nos tumba, colóquese bocabajo con los brazos alrededor de la cabeza, el cuello y las orejas, así protegeremos todos los órganos vitales y la gravedad de la mordedura será menor.

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