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¡TE EXTRAÑAMOS!

Escrito por: Josefina Jiménez C.

Un día doña Amelia, la abuela de Luis e Isabel, se enfermó. Elina, la madre de los niños, tuvo que dejar su casa y su familia e irse al pueblo donde ella vivía.

La abuela Rosa (la madre del papá) los atendía muy bien, los trataba con cariño y les preparaba meriendas muy sabrosas, pero no disfrutaban completamente el rico sabor de la comida de su abuelita Rosa, a quien tanto querían.

Luis e Isabel se sentían muy tristes. Casi no tenían deseos de comer, ni de jugar.

Papá llegaba temprano para acompañarles y ayudarles con las tareas y, luego, juntos veían la televisión hasta la hora de acostarse. Ellos no entendían qué les pasaba, pensaban que nada era igual.

El papá y la abuela estaban preocupados, hasta pensaron que habían cogido un virus. Pero no era eso.

Una tardecita se escucha sonar el teléfono. La abuela Rosita responde y exclama:

—¡Niños, es mamá!

Ellos corren e insiste cada uno en hablar primero.

Luis, como el mayor, toma el teléfono y pregunta:

—¿Cuándo vuelves, mami?

-En dos días; ya que la abuela está mucho mejor.

—¡Sí! ¡Qué alegría! —Exclamó el niño.

Isabel, curiosa ante los gritos de su hermano Luis, toma el teléfono en sus manos y pregunta:

—¿Qué le dijiste a Luis, mami, que está brincando tanto?

—Que regreso a la casa en dos días —contestó la madre. La abuelita Amelia está mejor y la tía Melissa vendrá a pasarse unos días con ella.

—Me siento muy feliz, mami; tengo muchos deseos de verte.

Mientras decía esto, dos lágrimas bajaban silenciosas por las mejillas de la pequeña Isabel. Sonreía a la vez, al saber que muy pronto vería a su mamá.

La abuela Rosa también sonreía cerca de ellos, al ver la alegría que sentían al saber que dentro de muy pocos días la familia estaría nuevamente reunida.

A partir de ese momento, todos notaron el cambio; la alegría había vuelto a la casa.

FIN