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Soborno en efectivo y en ‘especie legislativa’

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Como la conversación ciudadana apunta a que el discurso presidencial fue repetir promesas, han resultado más comentados ciertos cambios en un gabinete considerado más de lo mismo.

 

En la calle se habla más del soborno en efectivo a senadores sindicados en la operación con los aviones según reportes desde Brasil.

 

Pero la conversación se orienta principalmente al soborno mayor a legisladores repetidos en sus curules a cambio de votar para la aprobación de la reforma que «validó» la postulación reeleccionista de Danilo Medina.

Ese «regalo» o soborno en especie de cuatro años más en una curul parasitaria supera en muchos quintales de papeletas lo que pudo tocar cada uno de los citados con el soborno por los aviones.

 

Lo llaman «tumbe legislativo», porque además de lanzar la reelección, quedó socavada la representación bicameral del «leonelismo».

 

Cada senador «premiado» al cambiar su chaqueta en la franquicia morada devengará durante cuatro años ingresos y privilegios por centenares de miles de pesos, sin contar las entradas por «la izquierda».

Agregue entonces, que la fracción de Danilo Medina tuvo que convencer a sus allegados que ya tenían el «moño hecho» para su postulación en sus respectivas provincias. Es así como les ofrecieron funciones alternativas, de altos ingresos pagados por el Estado. Y lo peor, incrementar en la nómina estatal  a centenares de acólitos seguidores de dicho aspirante.

 

A fin de cuentas, el «convencido» legislador ex leonelista convertido a la fe danilista le cuesta al Estado –por año– el equivalente a, varias veces, el monto del soborno que, según se alega, se le pagó por la compra de los aviones.

Sobre esas ‘investigaciones’ debe aclararse el total final de la operación «súper tucana»,  incluidos más de US$18 millones no esclarecidos, citados desde Brasil.

 

La satisfacción oficialista por sus «éxitos bicamerales» oculta con sonrisas el fracaso de la institucionalidad, aunque se levanten mil copas brindando por «su congreso», «sus alcaldes» y «sus regidores».

 

Las troneras y agujeros que debe tapar el oficialismo en su nivel de descrédito, por la involución propiciada le auguran malos tiempos, en un cuatrenio de nubes y relámpagos con frecuentes descargas eléctricas (rayos).