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Salto a las estrellas, de Leibi Ng.

Escrito por:

Por Karina Castillo.
Esta es la historia de una gatita que hacía lo que todos los felinos: se estiraba con gran facilidad, saltaba y hacía malabares. La única diferencia consistía en que era trapecista de un circo. Era toda una estrella, tan buena en sus destrezas, que tenía diplomas que la certificaban con los títulos de:

“Los Ocho Saltos Maravillosos
Las Ocho contorsiones Máximas
Las Ocho Maromas Imposibles”.

Aun con toda esa fama, nuestro personaje principal se aburría. Todo era una rutina para ella, por lo que procuró un cambio. Saltó con tal impulso, que llegó hasta la órbita espacial y pudo disfrutar de “los aerolitos, cometas, astros y mensajes de Dios”.

Mientras observaba el universo, sus ojos cambiaban de color, “de acuerdo a su asombro” y, cuando saltó a las estrellas, realizó su estiramiento con tal libertad, que sintió “cada tendón y su piel como un tambor caribeño”.

Más cerca de los astros, conoció a un nuevo amigo, “de mirada sonriente” llamado “Nicholas San”.  Juntos exploraron el firmamento y hablaron de la vida, por qué era importante tomarla con más calma, disfrutar y encontrar nuestra verdadera vocación.

En su diálogo, llegaron a la conclusión de que no basta con realizar nuestras acciones bien, hay que hacerlas con amor. Por eso decidieron ir de estrella en estrella, crear cosas nuevas y convertirse en “activistas por la felicidad”.

Leibi Ng, con su singular creatividad y sensibilidad, nos ofrece una historia diferente, llena de candor y a la vez con un mensaje profundo acerca de la motivación, y del sentido verdadero de las cosas. La misma invita a vivir con propósito, “a amar lo que hacemos y hacer lo que amamos”, abriendo nuestra mente a todas las posibilidades.

Salto a las estrellas es una historia amena. Su lenguaje claro, llano,  lleno de diálogos amenos e imágenes poéticas, mantiene conectado al joven lector, de principio a fin, y con sed de leer seguir leyendo.

Su narrativa es vívida y fluida, e inspira al lector a reflexionar sobre su propia existencia, a mirar las estrellas y atrevernos a “saltar” más allá del trampolín que nos pudiera limitar, hasta encontrar los dones y habilidades que nos hacen, quizás no perfectos, pero únicos en este espacio que llamamos humanidad.