En la vida hay palabras anestésicas, que siempre te las dirán en momentos antes o después del sufrimiento. Estas palabras nos sirven de consuelo o para darnos valor y aceptar lo malo del asunto; he hecho una lista de esas palabras, y sé que faltan más, pero son de las que ahora me acuerdo:
Respira fuerte.
Sana, sana culito de rana.
Cierra los ojos y no mires la aguja.
Tranquilo que esos golpes son para crecer.
Gracias a Dios que solo se te fueron tres dientes, pudo haber sido peor.
Te rompiste el brazo, el fémur y una costilla… ¡alégrate que tú estás vivo!
Una palabra de anestesia, cuando te botan del trabajo es: «Tranquilo que cuando se te cierra una puerta, miles se te abren».
Esa mujer te botó, pero Dios te tiene otra mejor.
¡Qué suerte que se te fundió el motor ahora que te sacaste esos 10 mil pesos!
Cuando te ‘quemas’ en un curso: «¡Tranquilo que tú serás el que más sabrás en ese curso, el año que viene!».
En las funerarias: «¡No llores… que fulano ya está descansando!».
Perdiste las elecciones, pero ya sabemos que cuentas con 30 mil votos pa’ las elecciones que vienen.
A los boxeadores les dicen: Tranquilo, que ese nocaut fue un golpe de suerte, tú llevabas la ventaja en la pelea.
Y una frase anestésica es: ¡Yo les aseguro que en mi gobierno no hay vacas sagradas!