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Mi oruga no quiere comer, de Elizabeth Balaguer

Escrito por: Karina Castillo

La historia que nos convoca en esta ocasión, no solo habla de la metamorfosis. Mi oruga no quiere comer, de Elizabeth Balaguer, trata de la vida, el crecer, y la curiosidad en los niños, la cual es clave para aprender.

La escritora infantil e ilustradora narra, en español e inglés, una historia singular.

En su libro, la autora nos cuenta acerca de Sara, una niña que ama los animales y a la que le gusta hacer las cosas por sí misma. Es por ello que, cuando tiene un proyecto en la escuela, de observar el proceso de transformación de una oruga a mariposa, ella intentaba alimentarla con migajas de pan.

Como es de esperarse, su oruga no le hacía caso a tan particular alimento, y eso tenía a Sara preocupada. Pero ella es una niña inquisitiva, y desde que salieron hacia la escuela esa mañana, cuestionó a su hermano acerca de las orugas, aunque no quedó satisfecha con sus respuestas. Así llegó, “con tantas preguntas que daban vuelta en su cabeza”. Mas no se rindió y continuó en su intento de alimentar a la blanda larva, que tenía como hábitat temporal un frasco, con migajas de pan, galletas, queso y hasta dulce de guayaba, sin ningún éxito. “Una sola idea rondaba su cabeza…que su oruga muriera y no llegara a convertirse en mariposa”.

La persistente protagonista, investigó y descubrió qué comen estos animalitos, y desde ese momento, la alimentaba con frutas y vegetales.” Sara pensaba que “la oruga caminaba como un acordeón, que se cierra y que se abre”, mientras daba “uno, dos, tres, cuatro…y hasta diez mordiscos sin parar”, y luego descansaba.

Pacientemente (aunque a veces no tanto), esperó hasta que su amiga completara el “ciclo de transformación y se echó a dormir dentro del  capullo”, para luego convertirse en  un hermoso y colorido insecto volador.

Esta historia es más que un cuento de niños. En ella, nuestra autora trata de los retos y procesos en la vida, de las dificultades que se nos presentan y de la importancia de poner entrega y pasión en lo que hacemos, aunque nos equivoquemos.

Agradecemos a Elizabeth Balaguer por escribir desde los ojos de los niños, respetando y resaltando las cualidades que les caracterizan, como son: la curiosidad, el hambre por aprender, el amor por la vida y el intentar hacer las cosas una y otra vez. En su historia, nuestra autora nos recuerda que hay que escucharlos y motivarlos a que indaguen, descubran y aprendan por sí mismos. También nos muestra que la perseverancia, la responsabilidad y dedicación, son factores para el éxito en cualquier proyecto que se emprenda, sin importar  la estatura de quienes lo realicen.

No subestimemos pues, el poder de una pregunta, hecha por un niño o una niña. Lo más probable es que una colorida y vivaz sorpresa, salga volando.