Escrito por: Víctor Reyes
Todo pasa, hasta la uva pasa…y lo digo, porque mayo es el mes de las lluvias, pero antes esperábamos esa primera agua de mayo y dizque quien no la
tomaba se embuchaba. Y esa primera agua, se almacenaba para dársela a tomar a alguien de la familia para que no se enfermera. Pero hasta los brujos le sacaban provecho al agua de mayo; recuerdo que polizón, un vecino de al lado que era medio brujo, la vendía dizque para la suerte. Pero mayo para nosotros los niños de ese tiempo, representaba diversión de varias maneras, una era que al llover, muchos de nosotros usábamos los contenes como clubes náuticos, y echábamos carreras de palos de fósforos, hojitas, pedazos de plásticos y los más creativos hacían barquitos de madera y los ponían a echar carreras. También las zanjas se convertían en piscina, porque los muchachos de ese entonces, como estábamos inmunizados, nadábamos en las zanjas que habían abiertas en las calles. También aprovechábamos para bañarnos en el aguacero, ya sea debajo de un caño o tirándonos en la galerías que tenían el piso liso y nos deslizábamos. El mayo de antes no es como el mayo de ahora, pues mayo nos evitaba cargar agua, ya que los tanques que eran los tinacos de antes, se mantenían llenos. Pero tengo un recuerdo doloroso de mayo, pero que con el tiempo… como no pasó nada, lo recordamos con cierta gracia. Pues les cuento, de mi vecino Mario, de la calle 11 de Los Minas, él trabajaba en el correo y se movía en un motor. Un día de lluvia, Mario vio un charquito, y la mujer le dijo que no
pasara por encima de esa agua, pero él dijo que su motor pasaba fácil el charco, y el pobre Mario se fue de cabeza en tremenda zanja, y tuvieron que sacarlo a él y al motor entre varios hombres, porque lo que él creía que era un charquito era una zanja profunda, que se encontraba llena de agua de mayo.