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Matum, de Virgilio Díaz Grullón.

Escrito por: Karina Castillo

En la historia titulada Matum, su autor, Virgilio Díaz Grullón, nos habla de un niño llamado Cayotex, “que hacía varios cientos de años, vivía con sus padres, en el valle de Atiey, regado por el río Artibonite, en la isla Quisqueya”. El escritor conecta magistralmente elementos de nuestras raíces envueltos en una trama tierna, fantástica y a la vez dramática.

La vida del protagonista “era simple pero feliz”. En su comunidad, todos compartían el fruto de su trabajo, guiados por el cacique Caramatex. Su familia habitaba en un bohío cerca del río, por lo que solo tenía que caminar un poco para llegar a la orilla y bañarse en una laguna que se formaba con sus “mansas aguas”. Desde allí, alcanzaba a “mirar a lo lejos a los pescadores mientras lanzaban sus redes”.

Fue en una de sus aventuras acuáticas, cuando conoció a Matum, (que quiere decir “noble y generoso”), “un manatí del tamaño de una canoa”. Cayotex lo conquistó llevándole pedazos de yuca, batata y casabe.  El enorme animal se quedaba con el niño, aún después de comer. Tan cercanos se volvieron, que el sirenio* le permitía subirse a su lomo y lo llevaba de paseo por el raudal.

Todo iba bien, hasta que llegaron a la isla “unos hombres altos de un color parecido al de las nubes”, que tenían “el pecho cubierto con algo parecido a las conchas de carey”.  A uno de ellos le pareció extraño ver que el mamífero se acercaba confiado hasta el niño, por lo que, sin pensarlo dos veces, golpeó al gigante marino con un palo “negro y macizo”. Este huyó despavorido, nadando río arriba, no sin antes despedirse de su humano amigo, sacando su cabeza del agua.

Fue así como Cayotex, en un mismo día, perdió a su compañero de aventuras y “el mundo afortunado en que había vivido” hasta entonces. Sin embargo, “mientras crecía y se hacía mayor”, esperó en la ribera a su antiguo cómplice, cada mañana, en vano.

Como el fluir del río en que el niño y el manatí jugaban, así es la trama de esta historia. Virgilio Díaz Grullón deja a la imaginación del lector otras vertientes y otros desenlaces. Por un lado, no se evidencia el destino final del segundo, y por otro, se vislumbran conflictos incipientes con la llegada de los invasores. Esto da espacio tanto para la esperanza como para la reflexión.

Escrita con sensibilidad y sencillez, sin sacrificar la belleza literaria, Matum nos muestra que, no obstante, el mundo en que vivamos cambie drásticamente, el amor, el cuidado por otros, la lealtad y la perseverancia en seguir nuestros sueños, hacen las cosas posibles, aun cuando tengamos que nadar a contracorriente.

*Sirenio: Mamífero acuático conocido como manatí.