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Letreros populares dominicanos fotografiados intactos por Faustino Pérez (tercera parte)

Escrito por: Raúl Pérez

Continuamos las investigaciones de Faustino Pérez, destacado autor dominicano, publicadas en su obra letreros populares dominicanos. Toca ahora el aspecto económico de los letreros populares.

El aspecto económico, es por igual, muy importante, porque al uno contemplar tantos letreros con ofertas tan disímiles, puede llevarse la impresión de que todo está a la venta, o por lo menos que se está ofreciendo algo a cambio de una compensación de otro. Naturalmente que se trata de otro ardid de supervivencia, es decir que se manifiesta como una publicidad precaria, si se quiere.

Si comparamos la velocidad o rapidez que se tarda en terminar un letrero, en comparación con un grafiti, se podrá apreciar de inmediato, que ese último se realiza con toda la premura del mundo, por razones obvias, lo cual no le garantiza al letrero una calidad aceptable.

Debido a la pura intención publicitaria, los letreros siempre se colocan o se realizan, de tal suerte, que puedan ser vistos por los peatones y los conductores; lo que equivale a decir que sin alguien que los pueda leer, apenas tendrían sentido o razón de existir.

Otra categoría diferente a la de los letreros populares o de los grafitis, aunque en su forma se parecen mucho, es la propaganda religiosa y política; y claro está, hay otra que son los letreros formales que se diferencian por su acabado, por su redacción o por su diseño, etc., más elaborado. Por otro lado, están numerosas clases de avisos en la calle, desde las señales de tránsito, hasta los titulares de los periódicos y revistas en los kioscos , o puestos de venta, sin omitir los nombres de las avenidas y calles, las marcas de los vehículos, las calcomanías, pegatinas y así por el estilo.

Las vallas, afiches y cruzacalles, forman una subcategoría, que puede ser formal o informal; además cabe la posibilidad de que sean publicitarios o propagandísticos.

Existen, no obstante, avisos que pueden ser íntimos, como las frases y nombres en las tumbas, nichos y panteones en los cementerios, y en el otro extremo están los grafitis escatológicos, en las puertas y paredes de los excusados.

Por el contrario, en las vías aparecen igualmente anagramas de sujetos que los realizan por amor al exhibicionismo, al arte, al peligro y al riesgo, es decir, para ostentar y por presunción. Esta subcategoría se conoce entre los “grafiterios”, como tag, o firman y mientras más inverosímil o arriesgado sea el lugar, más mérito tiene el lugar. Aunque  para el no iniciado sea incomprensible, o parezca un garabato, para los autores sí son reconocibles. Esto significa que realizar un tag en lo alto del puente Duarte de Santo Domingo, requiere de más coraje que hacerlo en la fachada de una casa.

De lo que no cabe dudas es que los letreros que más “pasean” son los que se colocan principalmente en los parabrisas o laterales de los automóviles y de los autobuses.