Los negocios tienen sus temporadas de bajas y de altas. En diciembre todo el mundo sabe que los negocios se reactivan; para los enamorados es una fecha de vacas gordas de los diferentes tipos de negocio. Luego, viene Semana Santa y ahí sí es que se activan todos los negocios; hacen su ‘agosto’ desde: casas licoreras, resort, vendedores en las playas, las bombas de gasolina, las tiendas con las ventas de ropa para la ocasión. Después, vienen los escolares y ahí vuelven los negocios a vaciar sus almacenes y a llenar sus cajas registradoras. Pero hay una temporada que la gente no la toma en cuenta, que es la temporada ciclónica; es más, pienso que los ciclones deberían ser patrocinados por algunos negocios…y hasta podrían turnarse dicho patrocinio por año o por el número de ciclones o de vaguadas que vengan al año. Solo hace Meteorología decir que va a llover y el dominicano abarrota los supermercados, pero si dice que viene un ciclón, la gente se vuelve loca y compra como si viniera una guerra. Hace un gasto como si necesitara alimentos y romo por más de tres meses. Compra alimentos que son para ciclones: la pica pica, el salami, arroz, arenque, los huevos, el pan y los víveres en todas sus variedades; además del romo, son cosas que, al igual que pilas y fósforos, no pueden faltar en la compra de temporada ciclónica. Una cosa que, sin eso, el ciclón no tendrá razón de ser es el dominó. Si el dominicano no compra un dominó en la compra de temporada ciclónica, es como si no comprara telera y puerco asado en diciembre…como diría Felipe Polanco Boruga… ¡E’ que somo’ así!
