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La política compai…

Escrito por: Fuáquiti

Gerardo Davis

Burundanga política

Un viejo amigo me llama para invitarme a ver una pelea de boxeo, con gusto dije que sí. Antes de llegar a su casa me dieron un tratado y lo leí, porque como vivíamos cerca supuse que debía tener tiempo para leer la palabra. Al llegar comienzan a presentar imágenes de la preparación de los luchadores, mientras me empiezo a sentir extraño, pensé que era parte de una resaca del día anterior.

En el cintillo del televisor leemos:  “El boxeo es un deporte. Nos permitimos golpearnos el uno al otro, pero no trato a mi oponente como mi enemigo. Estamos haciendo el trabajo de entretener a la gente” dice Manny Pacquiao.

Tocan la campana y se cuadran los contendientes, en el colmadón se escuchaban los tígueres boceando ¡pégale, pégale!, mientras una ‘discolai’ en la otra esquina se oía al unísono con el tema de…, yo sigo subido en el palo ¯¯¯. Round uno.

El gancho político produce delirio, te lleva al cuadrilátero, si no te logras agarrar de las cuerdas es posible que la justicia ampare a los árbitros corruptos y el pueblo no esté libre de culpas.

La mezcolanza de inflexibilidad gubernamental es un recto al hígado ante las incoherentes maneras en cómo cogen al pueblo en la esquina, mientras el entrenador bocea desde abajo del ring: ¡tírale, tírale!, pero el Estado golpe y golpe contra el retador. Round dos.

Suena nueva vez la campana, se chocan los puños y el protector bucal sale volando después de un uppercut en defensa de los ideales democráticos, donde se promete no reformular la Carta Magna, que siempre tienen debajo de la manga, mientras nos sujetan con bono yo, bono tú, bono ella y bono a él. Round tres.

El estupor de la burundanga la respiramos de forma inconsciente en cada cartelera, en especial si el estilista pertenece a la Cámara Alta, al Tribunal Superior o Cámara de Cuentas, en fin, si es un infuncional funcionario que nos da un gancho es decir, un golpe bajo en perjuicio del retador; en esta etapa te han noqueado dos veces, pero el pueblo ha podido pararse, salvándolo la campana. Round cuatro.

Sube la chica anunciando el quinto round. Una pelea pactada a 12 asaltos por el campeonato. El promotor entiende que habrá reelección, perdón, revancha. Aún le echan agua en la esquina, tiene un ojo ‘abollao’ y suena la campana. El campeón recibe una sesión de golpe de conejo y juego de pies, vuelan las botellas desde el público, el árbitro quiere parar la pelea y la burundanga sigue haciendo su efecto. Round seis.

La solución es tirar la toalla, el entrenador le dice que siga la pelea, la oposición no se pone de pie, poco a poco se va el efecto de la burundanga. El pueblo mira los segundos, un tabanón al árbitro da la victoria al Estado por falta de golpes del retador, los jueces dan una decisión unánime a favor del campeón. Nocaut.