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LA OLLA HIRVIENTE

Escrito por: Leibi Ng

La realidad política dominicana nos forjó en el crisol de tres magníficos líderes que durante años, luego de la muerte de Trujillo, movieron fichas sobre el entendimiento nacional. Tanto, que la izquierda toda junta, quedó como una minoría carpetosa y teórica.

Balaguer, a quien nadie le discute su semejanza con Maquiavelo y su arte de gobernar, astuto y sagaz, contundente y autoritario con malicia, sobreviviente de Trujillo, creó una escuela pero se aseguró de escribir en la historia que como él, no podía haber dos. Fue tan especial que no dejó su herencia a los propios sino que trabajó aquel famoso Pacto que permitió al Partido de la Liberación Dominicana acceder al poder del cual bajaron un solo período para seguir su entrenamiento “a paso de vencedores”.

Juan Bosch, campeón de la democracia, fundador del Partido Revolucionario Dominicano que tuvo su etapa gloriosa y jugó un papel protagónico en la Guerra de Abril para luego dividirse mientras Bosch hacía nacer el partido de la estrella amarilla, se inscribió como el Presidente más honrado y más hermoso de la nación que protagonizó páginas de dignidad en aquel momento que luego interpretaron de soberbia pura y dura, pero que de las dos formas eran una lección de su firme personalidad en la defensa de posiciones, en un país de larga historia de subordinación.

En el turno de Peña Gómez, mártir en cierta forma, el único del pueblo y para el pueblo, con una vocación democrática que permitió crecer a cuantos a su alrededor estuvieron. Ese líder cuya carrera política se podría llamar de obstáculos, está documentado con una nobleza a toda prueba con virtudes que opacaban por mucho unos defectos que sus enemigos dimensionaron por puros prejuicios y desconsideración.

Estos tres líderes que hoy nos contemplan como esta olla hirviendo donde lo único que está clarísimo es el caos, se preguntan dónde fue que fracasaron cada uno en sus respectivos partidos para que hoy día nos estemos envenenando con carne cocida en olla llena de óxido.

Nuestra portada recuerda a Ezequiel 24: “11. Y mantén la olla vacía sobre las brasas, para que se caliente, se ponga al rojo el bronce, se funda dentro de ella su suciedad, y su herrumbre se consuma. 12. Pero ni por el fuego se va la herrumbre de la que está roñosa. 13. De la impureza de tu inmoralidad he querido purificarte, pero tú no te has dejado purificar de tu impureza…”

Porque nunca es más negra la noche que cuando va a amanecer, este pueblo inocente que ha sido manipulado, llevado y traído, despojado, engañado y doblegado se merece a partir de Odebrecht, la confianza en sus instituciones y la fe en sus funcionarios. Lo estamos pidiendo a gritos.