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La décima parte

Escrito por:

El bolso de una mujer

no debe llamarse cartera

mucho menos billetera

por todo lo que ha de coger.

Desde hilos para tejer

hasta revistas y diarios,

se convierte en un armario

por todo lo que le echan,

desde miradas que acechan

hasta papel sanitario.

Yo no sé cómo acotejan

tanto en tan poco espacio

desde un perfume Topacio

hasta armas que la protejan.

Y si un vacío les dejan

meten panti y redecillas,

medias con sus zapatillas

rinse y shampoo para el pelo,

un ‘cidí´ de Don Miguelo

pepinos pa’ su mascarilla.

Meten rolos y cortauñas

esmalte aunque sea jueves.

Un paraguas por si llueve

‘panqué’ por si se engurruña.

Acetona pa’ las pezuñas

talco pa’ después del baño,

cremas pa’ engañar los años

su par de preservativos,

por si aparece algún vivo

comer sin que le haga daño.

Sin dejar de mencionar

los siguientes artefactos

un catálogo de zapatos

y aretes pa’ impresionar.

Tenazas para peinar,

comida por si las moscas,

y si les parecen pocas

las cosas que en ella caben,

son muchas más las que salen

¡cuando un ladrón le hace ‘coca’!