Ahora nadie sabe nada de los sobornos de la Odebrecht; en otros países ya hay condenados, culpables y perseguidos, menos en la República Dominicana, un país ‘tan Santo Domingo’, que somos la sucursal del cielo, lleno de ángeles, papas, curas y monaguillos. Del dinero que repartió don Ángel Rondón, según sus propias confesiones, ‘nadie tocó ni bailó’, esos cheles se los llevaron el Hombre Invisible y la Mujer Maravilla.