Escrito por: Wilson Díaz
Era una tipa, tan, pero tan vanidosa, que frente al espejo no solo se miraba… ¡también se aplaudía!
Era un tío tan, pero tan mentiroso, que se metió a político.
Era un amor tan, pero tan eterno, que duró, hasta que se acabó.
Era un tipo tan, pero tan caníbal, que amaba a su prójimo, con wasakaca.
Era un señor con un mal aliento, tan, pero tan horrible… que nomás hablaba con su perro.
Era una mujer, tan, pero tan complicada… que se puso “enemiguita” de ella misma.
Era un señor tan, pero tan bueno… que cuando murió, San Pedro no sólo le abrió la puerta, también le abrió el cielo.
Era un equipo de pelota tan, pero tan pobre… que de mascota, tenía un mosquito.
Era una pareja de novios, tan, pero tan desesperada… que hicieron la luna de miel antes que la boda.
Era una señora tan, pero tan tacaña… que le quitó el sueldo a la doméstica, disque porque ya ella era parte de la familia.
Era una cocinera tan, pero tan mala… que ella misma, comía en otra casa.
Era un pianista tan, pero tan malo, que el público entraba, después que él se iba.
Era un ciempiés, tan, pero tan rico, que se compró zapatos por un año.
Era un paciente tan, pero tan estúpido… que se tragó una llave, dizque para que le abriera el apetito.
Era un insecto tan, pero tan precavido… que dormía con un ojo abierto, por si las Moscas.
Era un tipo tan, pero tan perdedor… que de un estornudo, perdió la nariz.
Era un prestamista, tan pero tan avaro… que cobraba hasta por prestar atención.
Todos los extremos son malos
oigo decir por ahí
pero si me hacen reír
pues entonces son un palo.