Siempre me ha llamado la atención
el mal llamado Día del Padre. ¿Y
por qué digo mal llamado? Por
varias razones…En primer lugar no
nos hacen sentir tan importantes,
como a las madres; como si nosotros
no pusiéramos una parte, para que
los muchachos nazcan.
El Día de las Madres tú oyes frases
como: ‘Madre solo hay una’ y eso
es discriminación, porque padre no
hay más de uno tampoco…. ¿Y los
regalos del Día del Padre? Es verdad
que a veces nos pasamos, cuando
llevamos a nuestros hijos a comprar
cosas del hogar para regalar el Día
de las Madres; pero con nosotros es
peor. A nosotros nos regalan pañuelos,
cremas de afeitar, una jarra
para tomar cerveza… y cuando osan
comprarnos algo de valor, es porque
se pagó con nuestras tarjetas de
crédito. Pero eso es en el mejor de
los casos, porque en el peor, sucede
que muchas veces ese día pasa
desapercibido.
El Día del Padre es como la ‘viejita
Belén’, que la mayoría de veces
nunca llega. Propongo que el Día
del Padre lo cambien de fecha por
muchas razones, y una de esas razones
es que está muy pegado del Día
de las Madres y ya los bolsillos nuestros
o los de los hijos están sentidos.
Propongo que el Día del Padre sea
mudado para diciembre, porque
para esa fecha todo el mundo está
cobrado; está bien retirado del Día
de las Madres y además, para esa
fecha se bebe. Pero el Día del Padre
tiene su sabor, porque aunque es
verdad que me sufro el hecho de que
mis hijos a veces se olvidan de mi regalo,
también me alegra porque veo
que también se olvidan de regalarle
a mi suegro…¿ya ven que no todo es
malo?