Escrito por: Karina Castillo
“Nadie ama su patria porque es grande, sino porque es suya”. Séneca
La autora Ann Cameron nos habla de Juan, un niño que vivía en el pueblo de San Pablo, Guatemala, situado “al borde de un lago”, con“tres enormes volcanes, montes escarpados y campos muy verdes”; donde “había perros sin amos y polvo en las calles”, y se cultivaba maíz, ajos, cebollas, frutos rojos y café. Un lugar donde las personas, al llegar la noche, “dejan de acarrear cosas y empiezan a contar historias. Porque allí las historias son importantes”.
La vida del protagonista se caracteriza por la esperanza, la persistencia y valentía. Junto a su joven madre, fue abandonado por su progenitor y tuvo que vivir en casa de su abuela materna con algunos de sus tíos y primos. Y es que si alguien de la familia tenía alguna dificultad, la abuela “se ocupaba de su mundo” hasta que pudiera valerse por sí mismo.
En un principio su madre y él estaban juntos, pero esta volvió a casarse y lo dejó con la anciana. Ella sabía hacer el mejor arroz con leche y le enseñó a madrugar, trabajar lustrando zapatos y a cuidarse solo. Aunque Juan no quería hacer eso por siempre. Sentía curiosidad por las letras de los anuncios y periódicos y cada vez que podía, preguntaba a alguien su significado, hasta que aprendió a leer por su cuenta.
Luego de cumplir sus siete años, se armó de valor y le dijo a su abuela que quería ir a la escuela. Ella se emocionó y lo llevó. Después de mucho insistir y demostrar que podía leer, fue aceptado en primer grado, para muy pronto ser promovido a segundo. La señora estaba orgullosa. Juan, un poco asustado, le dijo que “a lo mejor no era capaz de ser fuera de lo corriente”. Su abuela le calmó diciendo que lo importante era hacer todo de la mejor manera posible.
La historia escrita por Ann Cameron, en primera persona, describe con vívidas imágenes el entorno y los personajes, haciendo que el lector se sienta parte de ella, identificándose con las emociones, temperamentos y experiencias de sus protagonistas. Esta pudiera ser la de cualquier niño que, aunque viva en El lugar más bonito del mundo, necesita creer y que se crea en él, encontrar su voz y ser escuchado, y leer las palabras que satisfagan su hambre por conocer, aprender y cambiar su destino para siempre.