Escrito por: Víctor Reyes
Para todo en la vida hay que tener algo de arte, hasta para pedir. Todo va a depender de la forma en que tú lo pidas. Si le dices a un rico que te gusta su reloj, fácilmente ese ricachón halagado se lo quita y te lo regala (el reloj). Ahora, sí a esa misma persona tú le dices que no tienes para comer, ¡te manda para el carajo!
Hay gente que te marea para decirte que necesita algo. Por ejemplo, hay unas jóvenes cazadoras de viejos, que tienen la boca preparada para una sola cosa: ¡PARA PEDIR! ¡Aaaah! Pero no todas tienen el arte del convencimiento. ¡Sí! Porque el viejo sabe que lo están engañando; pero él quiere que lo convenzan, que lo allanten o que al menos lo mareen a la hora de sacarle los chelitos. En días pasados un amigo me confesó que salió con una mujer súper bella, pero que había metido muy pocas veces los pies debajo del pupitre y eso la hacía tosca a la hora de pedir. Cuenta mi amigo, (QUE CONSTE QUE NO SOY YO), que la llevó a un lugar muy caro a comer, y que a la hora de pedir ella se puso melancólica, y él que sabía por dónde ella venía, no le quería preguntar sobre qué le pasaba, (ya lo habían engañado de mil maneras para pedirle algo en efectivo). Sin embargo, al verla tan compungida, terminó preguntando: “¿Qué te pasa? Ella contestó: “Estoy muy preocupada porque mi mamá tiene un problema”. Mi amigo le preguntó cuánto necesitaba, la amiga le dijo que necesitaba 10 mil pesos, para cubrir una emergencia; era el último día que ella tenía para pagar ese dinero, porque si no, su mamá se iba a quedar sin… ¡FACEBOOK! ¡Sopla!