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EDITORIAL

Escrito por: Leibi Ng

La base de nuestra civilización se construye en torno a la cultura griega. Desde esa época las personas iban a consultar al Oráculo de Delfos con fines de apaciguar angustias. En el templo de Apolo, entrando por el atrio o pronaos  (espacio que está antes del santuario), en el frontón, se leían dos máximas o preceptos, frases atribuidas a los siete sabios de la antigüedad: CONÓCETE A TI MISMO y NADA EN EXCESO. Como quien dice, las llaves de la moderación y la prudencia.

Si los leemos desde esta altura del tiempo, nos desilusionamos un poco porque uno se pregunta: ¿Y hemos vivido más de dos mil años para seguir cayendo en las mismas trampas y cometiendo los mismos errores?

 

Mayo, con sus aguas también ha dado paso a unos calores sofocantes, de esos que no dejan estar bien en ninguna parte. Sabiendo que el clima influye en el comportamiento humano, nos dio por pensar que el nerviosismo, el caos, la sinrazón de muchas acciones, el ir y venir sin propósito… todo junto ha debido tener un origen en el clima… Pero también en las dudas y la intranquilidad; en esa inquietud de gente que anda sobre brasas ardiendo que sin ser parte ni tener arte, la colectividad ha sentido.  ¿Realmente merecemos este nerviosismo?

Hay que afirmar que es ahora cuando más necesitamos ponernos a pensar seriamente en el panorama completo de nuestro país. Sentimos alivio porque nuestra Justicia ha empezado a responder. Sentimos esperanzas de que la Ley va a juzgar a los sobornados sin favoritismos, con salomónica sapiencia.

El juez empoderado del caso Odebrecht, Francisco Ortega Polanco tiene por delante un extenso trabajo.

De este lado del pueblo seguiremos exigiendo la eficiencia de nuestras instituciones y la probidad de nuestros funcionarios. Odebrecht es un llamado de atención al mundo entero para que los profesionales que en las democracias se eligen para puestos del estado recuerden que desde el primer día de su juramento van a ser vigilados y de su honradez, de su buen desempeño depende su prestigio y el del propio país.

Ahora no podemos negar que nos causa angustia saber que familias enteras están viviendo de un día para otro la dimensión de la vergüenza y el cuestionamiento. Porque no son nada más que los imputados. Detrás de cada uno hay esposas, madres, hijos, padres…  En nombre de ellos, sería bueno recordar, ahora que todos tenemos acceso a los medios sociales de comunicación, los preceptos que lamentablemente algunos olvidan: NADA EN EXCESO y CONÓCETE A TI MISMO.

Confiamos en la justicia.

 

DESBACHO