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Desbacho de Prensa

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Saborear la tradición con amor, calor y a color

El helado tiene el privilegio de ser una de las cosas que da la oportunidad de elegir en medio de una gran variedad de sabores. Casi al tenor del dicho aquel de que para los gustos se hicieron los colores.

Colores que, en los helados, distinguen los sabores.

Sabores y colores que pueden expresar inclinaciones en la personalidad de quien disfruta al momento de elegir. Momento de elegir que es culminación de un proceso en el ofertante. Porque su trabajo «es hacer que la gente saboree», como diría Cuquín.

Un trabajo que quien lo protagoniza, lo hace con amor. Cuyo fruto deviene en motivaciones de amor y amistad. Porque «ir a comer helados» es una tradición en la familia, en enamorados y entre grupos de amigos. Sin distinción de edad, sexo, oficio, profesión o creencias.

En todos los casos, con la elección de sabores, aunque la vida no depare a los heladeros la oportunidad de elegir. Es lo que sucede con otros tantos que venden al pregón. Comenzando con los que venden carbón por lata y por cajón. Pasando por los que ofertan chicharrón. Siguiendo por los que venden pilón, limón y melón. Sin olvidar a los que vendían turrón, camarón, y todos los que forjaron la tradición.