Escrito por: Raúl Pérez
Guardar dinero, papelotes y papelitos, agradecimientos y resentimientos
Anda con los siglos de la humanidad la costumbre de guardar oro y plata y posteriormente, el dinero.
En esa tradición milenaria, la botija tiene un singular papel que acopia infinitas anécdotas, compartiendo una parte con el colchón.
La botija era un recipiente para guardar oro, plata y más tarde dinero. El preciso lugar para mantener enterrada la botija era en el entorno de la casa, pero fuera de sus paredes.
Ya la botija es una especie en extinción o extinguida. Difícilmente un adolescente conozca una botija, la cual cedió su función al colchón que heredó sus leyendas.
El colchón como dispositivo de guardar dinero ha sobrevivido, pese al auge en ascenso, del sistema bancario, que incluye las asociaciones de ahorro y las cooperativas. Las financieras son otras instituciones con similitud de fines y ofertas más atractivas en porcentajes de beneficios, aunque con más riesgos.
Las financieras jugaron el rol de los bancos, aunque luego vivieron el proceso de deterioro de su imagen que tratan de recuperar.
Se guarda desde un acta de nacimiento, una de matrimonio, la de un divorcio, hasta un acta de defunción. Tales documentos incluyen los de familiares.
El temor a la pérdida de documentos demora por largos años el debido proceso de limpieza.
Los papeles y fotografías recreativas de nostalgias se ocultan bajo “estrictas medidas” de seguridad, “no vaya a ser cosa”…
La seguridad de lo guardado no va pareja con la organización relativa que los testimonios guardados.