Escrito por: Raúl Pérez
Montecristi: su morro, valores, reliquias y artistas
Cada pueblo de provincia tiene personajes “de leyenda”, valores culturales, reliquias históricas y una diversidad de cosas y entes naturales que atan a los provincianos nostálgicos de sus pueblos.
Por su singularidad en la geografía dominicana, el morro de Montecristi, luce erguido la peculiaridad ante la cual crecieron generaciones.
La famosa “Casa de doña Emilia” Jiménez se mantiene como una reliquia arquitectónica abandonada, igual que el logro tecnológico que por décadas ha entrañado el reloj público que aún “da la hora”.
Otros avances en sus respectivos momentos históricos lo fueron el primer teléfono interurbano del país, así como el primer acueducto.
Son muchas las glorias humanas de Monte Cristi en las letras, los deportes, la ciencia, las artes, el patriotismo y la política en el mejor sentido de la palabra.
Históricamente, la ciudad noroestana cuenta con el privilegio de haber sido el punto de encuentro entre nuestro gran Máximo Gómez y el apóstol cubano José Martí, cuando firmaron el Manifiesto de Montecristi, documento punto de partida de la lucha por la Independencia de Cuba del poder colonial español.
La casa en que se firmó el Manifiesto de Montecristi es una trascendente reliquia que ese pueblo exhibe con orgullo, siendo frecuentada por escolares deseosos de conocer aquel histórico capítulo.
La elevación del morro de Montecristi, aporta un paisaje de poética y natural configuración con la Bahía de Manzanillo, asumida por artistas de la inspiración musical y de las letras para perdurables composiciones musicales, como nuestro Luis Díaz (oriundo de Bonao), considerado por muchos como uno de los más sobresalientes creadores contemporáneos en la música popular.