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DesBacho de Prensa

Escrito por: Raúl Pérez

Lo del barrio en drama color no tiene nombre

El incremento poblacional lo motorizan distintos  factores, algunos incontrolables, que complican la convivencia hasta lo insoportable.
A la migración desde provincias y al crecimiento familiar, se suma la involución de valores promovida intencionalmente y a los cuatro vientos  por los medios electrónicos y digitales.
Cuantificar los focos nocivos a la salud y la indefensión ante las enfermedades y las necesidades educativas es parte del diario vivir barrial, faltando de todo mientras el consumo de drogas, alcohol y el reino de los vicios se  encarga de emporar la indigencia y las precariedades.
Faltan narices para soportar la inmundicia y las aguas negras que circundan las casuchas.
Faltan ojos para ver lo que es sobrevivir en el subsuelo de la indigencia como mal de muchos.
Faltan oídos para que se oigan estómagos roncando por falta de comida.
Faltan voces que divulguen el drama en que mueren los excluidos sociales y la desesperanza de los ninos sin escuelas.
En fin, comprender la gravedad del desempleo, de los vicios, de la contaminación, del hambre, de la desorientación intencional, etc.
Enfrentar ese desgarramiento humano supone inexorablemente un reordenamiento social y un esfuerzo mancomunado, el trabajo dignamente retribuido y otras urgencias.
Faltan poetas, cantores y plumas que a partir de poner el dedo en las llagas sociales, estimulen la vida y  espanten el fantasma de la muerte, que siempre merodea.
Como no tiene nombre el acumulo de crujías, tampoco lo tienen los sufrimientos de los sin nombres de los barrios.