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Desbacho de prensa

Escrito por: Raúl Pérez

Las reacciones cuando se viaja por aire, mar y tierra

Las reacciones al viajar suman una gama interminable.

Comienzan con el miedo a los aviones y a los que van a viajar  en carros viejos.

Se sabe de alguien que debía cumplir un compromiso  en el exterior y no se decidía a montarse en el avión, pese a que ya le habían gestionado el tiket de vuelo.  La resistencia a subir al avión provocó varios minutos de retraso, provocando protestas entre los pasajeros.

Faltando un solo minuto para cerrar el vuelo, el padre del viajero atemorizado se le paró de frente con una cara de encono y lo increpó con severo sermón diciendo:  «¿Usted no sabe, carajo, que  cada quien tiene su día para morirse, y este no el suyo?”.

La respuesta no se hizo esperar. “Yo sé que este no es el día de mi muerte, ¿pero si es el día de la muerte del piloto?”

Ni hablar de las reacciones de múltiples pasajeros cuando el avión entra en una zona de turbulencias. Las oraciones mudas no se hacen esperar, mientras  se piensa en los parientes, desde el más viejo al más pequeño”.

No olvide la cuerda que coge quien es acompañado por alguien que no para de hablar con cada viajero en su entorno, y que para colmo le pone conversación, a quien no disimula su “quille”.

Desde ron, café, tabaco, hasta guanimo o panecico, las más diversas especies son parte de las encomiendas que advierte sin poder hablar que aguanta el viajero acosado por su entorno.

Eso se suma a los sin sabores y reacciones que sufre el viajero cuando se  le provoca con la diversidad de “cuadros”, o “espectáculos” de mal gusto que presencia en la gran sala aeroportuaria que incluye los paneles o puntos en que la diversidad del líneas aéreas “chequea pasaportes, visados, boletos de vuelo, etc”.

Los momentos desagradables descritos no incluyen la pérdida de documentos vitales, celulares, tarjetas de crédito o billetes portados para “hacer el viaje”.

En esas circunstancias se sube el “es trés”, el “es cuatro” y otros fenómenos sanguíneos.

Los viajes vía marítima en yola, lancha de alta velocidad, barcos y cruceros de travesías oceánicas,  también provocan reacciones de todo tipo, según las urgencias, gustos, o noticias de las que se entera mientras trascurre el viaje.

Imagínese usted lector, si durante un viaje a Europa o un país asiático escucha la información de que hubo un terremoto, un ciclón devastador o incendio en el poblado donde reside.

El viajero polizón difícilmente tiene que reaccionar ante los momentos descritos.

Una vez quien escribe hizo reportajes a quienes frecuentaban “colarse” en embarcaciones para viajar desde el puerto de Haina.

Le pregunté a alguien con varias aventuras como polizón que, ¿si no prefería viajar a Puerto Rico en yola?, me respondió categórico: “con todo esos barcos que está anclados yo no le monto una yola a nadie”.

El caso contrario fue cuando un viajero adinerado acostumbrado a viajar en cruceros y grandes barcos, logró salir de un barco abatido por un incendio devorador.

Sucedió que la yola del auxilio naufragó a corta distancia de hacer tierra, ahogándose todos los ocupantes. Alguien que conocía a uno de los ahogados arrastrado por las olas, solo atinó a exclamar: “tanto viajar para morir en la playa” (Sigue).