El Diccionario de Gestos Dominicanos, del maestro Faustino Pérez, es un manantial de las revelaciones del ser humano mientras habla. Lo demuestran los párrafos siguientes.
«Entre las notas diferenciadoras más importantes del ser humano, está su capacidad para el habla. El aire pasa a través de las cuerdas vocales y es matizado y modulado por la boca, incluyendo en especial a los dientes, la lengua y los labios.
»Sin embargo, al hablar se hace algo más que eso, ya que se revela al entendido, su estado de ánimo, su carácter y temperamento, su nivel cultural e, inclusive, su coeficiente intelectual (cabe la posibilidad de analizar los gritos, exclamaciones, risas, llantos, bostezos, etc.; y las modulaciones de la voz con todas sus variantes como el tono, altura, volumen, pausas, ritmos y énfasis. También se estudia el lapsus linguae, los temblores, quiebre de la voz, etc.)».
«Los médicos no se quedan atrás al analizar la boca, ya que el mal olor que despide en algunos sujetos, conocido como halitosis, es una señal clara de problemas estomacales o de otra índole. El color de la lengua por igual, le da información extra al especialista; para el odontólogo, un cambio en el tono de cualquiera de las 28 piezas bucales (sin contar las muelas del juicio), engastadas en la mandíbula, señala una posible caries».
»También se fija en las encías, en los desórdenes mandibulares, en los hábitos en el cepillado, en la limpieza e higiene de la boca, y así por el estilo».
»Si bien el dentista trabaja para la boca, hay gente que vive de la boca directamente, como la gran mayoría de aquellos que tocan instrumentos de viento (salvo el órgano, el acordeón, el melodeón, el bandoneón y otros más, muy especializados, todos los demás se tocan con la boca); o los cantantes, vendedores callejeros, entre otros. Mención aparte merecen los oradores y los políticos, quienes también se valen de la boca».