Corrupcionario mexicano.
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Insisto en felicitar a los autores y coautores del Corrupcionario mexicano (Grijalbo, 2016), fruto de caricaturistas e intelectuales de México, gestionado por Opciona y con prólogo del actor Diego Luna. Con arte, talento y maestría gráfica han sacado una excelente obra de la que se reproducen algunas definiciones que ponen el dedo en la llaga que padecemos los dominicanos.
- Tráfico de Influencia. Práctica que consiste en utilizar la influencia personal en ámbitos de gobierno, empresariales, laborales, y hasta sociales, a través de otras personas, con el fin de obtener favores o tratamientos preferenciales. ¿Recuerdas cuando te saltaste a todos en la fila del antro porque el cadenero (véase cadenero) era tu «cuate» (o cuando tramitaste las placas de tu carro por medio de tu sobrino que trabaja en la oficina de tránsito)?, pues eso.
- Sistema de Salud Pública. Red de hospitales especializados en reunir funcionarios de pésimo humor. Trámites engorrosos, innecesarios, y muy tardados. Aunque los hay muy buenos, la mayoría fueron diseñados para brindar una atención lo suficientemente confiable y ágil, a fin de procurar a los hospitales competidores en el sector privado.
- Simulación. Especie de simulacro realizado por gobernantes y ciudadanos que permite imaginar qué pasaría si respetáramos las reglas y obligaciones de todos. Remite al viejo «a ser como que me paga y hago como que trabajo». Nos tomamos tan en serio este ensayo de dramaturgia que aún no lo hemos concluido.
- Seguridad. Víctima de la corrupción en México (véase crecimiento económico y desempleo).
- Servicio Público. Término en que el concepto de servicio y el concepto de público generan dudas en muchos casos. Opera dentro de una empresa denominada «Estado» en la que nunca pasa nada, sin importar cuántas veces caiga en números rojos.
- Segundo Piso. La maravillosa idea de un amoroso exjefe de gobierno de la ciudad de México para resolver los problemas de tráfico de la capirucha (por favor alguien explíqueles que construir segundos pisos para arreglar los problemas de tráfico es como creer que aflojar el cinturón te hará bajar de peso). Por cierto, quizás nunca sabremos cuánto costaron las obras, pues decidieron mantener los contratos en la opacidad por más de una década. ¿Qué esconderán?
- Roba, pero salpica. Así decimos cuando alguien usa de manera incorrecta los fondos del Erario, pero queremos justificarlo porque igual y nos mojó un chisguete. La neta es más bien cinismo: inchebanda convenciera (véase también malversación de fondos públicos).
- Roba, pero hace. Ah, menos mal, privilegio.
- Privilegio. Extensión de la nobleza de un apellido o de un cargo hacia todas las actividades que el portador va a realizar. Sin importar cuántas reglas haya en el medio (véase mi reynato).
- Ruptura Social. Crujido estruendoso del «orden establecido». Generalmente ocasionado por una movilización colectiva de grandes dimensiones. La revolución mexicana comenzó con ese crujido. Pero en el paso siguiente –establecer un nuevo orden más equilibrado– sigue siendo promesa de campaña.
- Prensa. Medio en el que se desenvuelven los periodistas. Dentro de él no es difícil identificar a los que ejercen periodismo crítico y de alto riesgo, y los que pertenecen al área social del gobierno (véase chayote).
- Paraísos Fiscales. Colchones ultra sofisticados donde el uno por ciento más rico de México y el mundo –incluyendo cientos de políticos y miles de cuates de esos políticos– «guarda sus ahorritos» para pagar menos impuestos. (…) También hay quienes los usan con fines legítimos y legales. Sin embargo, lo indignante no son los paraísos fiscales, sino que los usen con fines ilícitos (ver panamapapers).
- Pacto Social. Eso que en la Revolución Mexicana no cuajó ni ha cuajado en décadas.