Soy de una época en donde nos enamorábamos de forma distinta, bailábamos boleros con la mujer amada, le llevamos serenatas por las madrugadas y nos declarábamos con cartas de amor; sin embargo, ahora se enamora ‘perreando’, en las madrugadas andan paseando y pedimos amores por Wasap.
Soy de un tiempo precioso en donde los parques eran los puntos de encuentro de los enamorados; la llevábamos a comer helados al malecón y aprovechábamos la oscuridad del cine para robarle un beso a la joven; ahora es distinto, ahora los puntos de encuentro son las cabañas, a los que van al malecón los delincuentes los pueden dejar fríos y el que va al cine a besarse es un enfermo.
Antes, para conocer el cuerpo de la joven la invitábamos a la playa; ahora, si queremos ver el cuerpo de la joven, nos metemos a Facebook.
Antes, los 14 de febrero regalábamos discos de José José y de Julio Iglesias; ahora, regalamos CD quemados del Lápiz Consciente.
Antes, regalábamos peluches y cajas de música; ahora, las novias piden para ir al cirujano a ponerse «muñecas».
Antes, salíamos a lugares románticos para pedir amores; ahora vamos a sitios románticos y, después de que nos despedimos, nos pedimos los nombres.
Antes, los padres eran los que consentían el noviazgo, ahora las jóvenes les dicen a los padres que no se metan con su vida; antes, uno se comprometía regalando aros de novios; ahora, para ser novios, muchos regalan los aros y la ‘jipeta’ completa.
¡Señores, cómo han cambiando los tiempos!