Lenguaje gráfico: Cristian Hernández
El Magistrado Jottin Cury es dominicano de pura cepa, amante de boxeo y, en su adolescencia, fue devoto de Jack Veneno. Un ser humano que ha tenido que vivir grandes desafíos personales y aún así aprendió cómo mantenerse de pie. Actualmente es Juez Miembro del Tribunal Constitucional de la República Dominicana (que no es paja e´coco). Se graduó en Derecho (y con honores) en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU). Realizó su posgrado en la Concordia University de Canadá y su Doctorado en Derecho con especialidad en Sociedad Democrática y Estado de Derecho, en la Universidad del País Vasco, España. Ha sido profesor en varias universidades. Es autor y coautor de publicaciones periódicas en diarios nacionales y libros sobre Derecho. Ha dictado conferencias a nivel nacional e internacional sobre diversas materias. También es amante del arte, la lectura y el deporte.
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JC: En sus primeros cinco años es bien valorado por la sociedad dominicana, porque ha fallado los expedientes de conformidad con los criterios jurídicos bastante definidos; tanto es así, que cuando estoy en las calles, las personas me comentan de manera muy positiva el trabajo que hemos hecho en estos primeros cinco años y que esperamos que se mantenga en el futuro.
Es fundamental para el desarrollo de un país el fortalecimiento de sus instituciones, que sean sólidas; no es posible construir una democracia sin instituciones fuertes. Sabemos que la democracia dominicana adolece de muchas falencias y algunos teóricos sostienen que se debe a las condiciones socioeconómicas; pero creo que, si bien es cierto que estas condiciones son importantes, no son determinantes para el desarrollo de la democracia. Entiendo que el problema en nuestro país ha sido la debilidad institucional.
Por eso en el Tribunal hemos tratado de ajustar cada una de nuestras decisiones a lo que establecen los preceptos constitucionales y legales, a fin de crear una nueva cultura sin influencias políticas, que se respeten los criterios de todos los magistrados. A veces, entre nosotros, hay diferencias en el plano jurídico, pero nunca en el plano personal. Entre nosotros hay un gran espíritu de colaboración y camaradería, todos nos llevamos bien y creo que ha sido un buen grupo, este primer grupo, ojalá que no sea politizado o corrompido en su segunda etapa.
2. ¿Cuál es su opinión acerca de los casos de corrupción que se ventilan actualmente en el país? |
JC: No puedo responderte sobre casos específicos que se conocen actualmente porque algunos de ellos pudieran llegar –eventualmente– a la jurisdicción donde me encuentro en estos momentos; pero, en sentido general, podría decirte que cualquier modalidad de corrupción resulta perniciosa para la sociedad. Dicho de otro modo, la corrupción es un cáncer que corroe las bases de la democracia en cualquier país. No solamente nos hace daño la delincuencia común de la cual se ha hablado tanto en estos últimos días, sino también la de cuello blanco que es sumamente perjudicial para las grandes mayorías porque en la medida en que políticos y empresarios entran en connivencia para propinarle grandes dentelladas al erario público, más pobreza se genera entre los dominicanos y más falta de oportunidades para los oprimidos.
3. ¿Cuál es su consideración sobre el desenlace del caso de John Percival Matos? |
JC: Mi padre, Jottin Cury, siempre nos decía que cuando un funcionario sustrae fondos públicos está privando de oportunidades a una gran parte de la población. Es como que se le quitara el pan de la boca a un niño pobre. De manera que, en el aspecto de la delincuencia, yo lo tengo muy claro y al igual que él soy partidario de que la justicia castigue severamente a todos aquellos que hayan incurrido en delitos, cualquiera que sea su tipo.
4. ¿Cómo ha sido su vida fuera de los tribunales? |
JC: Estuve casado –durante casi 20 años– con Aracelis Melo, comunicadora y productora de televisión, con quien procreé dos hijos, Paula y Jottin. Ella muere en el año 2010, a causa de un cáncer de mama. Eso me produjo una gran desolación al verme solo con dos hijos. Después –en junio del año 2011–, fallece mi padre que tenía 90 años de edad y un año después –en el 2012–, muere mi madre (también de cáncer). Hay que tener una gran vocación para quedar de pie después de estos infortunios de la vida.
5. ¿Usted cree que ha seguido el legado de su padre? |
JC: Su ejemplo ha sido un motor determinante en mi vida y espero no defraudar todo aquello que de él aprendí. Pero no me toca a mí decir si he seguido bien el legado que él dejó. Eso lo responderán mis sucesores. Mi pasión por los libros y el arte me vienen porque siempre vi a mi padre leyendo y enseñándonos sobre temas diversos y haciendo énfasis en la importancia que tiene la educación para el desarrollo de las personas. Recuerdo que me decía que la principal herencia que un padre le puede dar a su hijo es, precisamente, la educación.
6. ¿Cómo quiere que le recuerde la sociedad tras su paso por este Alto Tribunal? |
JC: Fundamentalmente quiero que me recuerden como un juez honesto, que hizo todo lo posible por adecentar la función de impartir justicia desde una posición específica y no simplemente por las denuncias que hacía cuando estaba en el ejercicio profesional. Más claramente como una persona que ha sido coherente entre lo que predica y lo que practica porque sabemos que muchas personas dicen una cosa en un momento determinado y luego hacen otra; como dicen popularmente: «una cosa es con guitarra y otra es con violín». He tratado de ser coherente y de poner en práctica todo aquello por lo que siempre he abogado y no, simplemente, como una persona que se limita a hacer señalamientos… de manera que he tenido la oportunidad de poner en práctica mis propios pronunciamientos para así ser una persona coherente.