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Huchi Lora (no.56)

POR:


Lenguaje gráfico: Cristian Hernández

Poca gente sabe esto:

que Huchi se llama Luis

que a veces vivió del cuento

cuando no, de hacer un chiste

por eso dice cuanto existe

de malo en esta nación

y denuncia al socarrón

que se roba lo del pueblo

y a Dios no pide consuelo

para el corrupto traidor.

 

Debemos reconocer que no nos queda tan bien como a Huchi Lora, cuyas décimas dejan a uno con la boca abierta. Bueno lo que es décima y lo que no, pues todo como que le sale bien. Menos  cuando le robaron su talento: unos delincuentes promueven, en su nombre, un vídeo de un programa suyo, sobre el asalto al Banco del Progreso en el que fue rehén en 1993. Le conocemos hoy como guionista y ‘comentarista’ de televisión, pero detrás de ese rostro amable, hay 50 años de ejercicio periodístico que le han hecho merecedor del Premio Nacional de Periodismo 2016. Conozcamos su trayectoria.

  1. ¿Qué le dejó la revista de humor político DDT?

HL: DDT, me dejó mucha diversión, porque divierte hacer esto; dinero no me dejó, pero diversión sí y mucha, además fue muy grato por los colaboradores que tenía como son Cuquín Victoria, Felipe Polanco (Boruga), Freddy Beras Goico –quien era el principal–, Mario Emilio Pérez, Alexis Peña… todos eran geniales, tanto los gráficos como los colaboradores, yo me divertía.

 

No había para pagar diagramación, eso lo hacía yo mismo, y en eso me ayudaba mi hijo Rubén –que era un niño–, que se convirtió en un fenómeno en eso. Por suerte se decidió a estudiar otra cosa. Yo, leyendo lo que escribían estos personajes, me moría de la risa haciendo después las caricaturas. Hacíamos una historieta en cada número tipo muñequito, parodiando la política dominicana.

 

«El Pato Donald y sus tres patines», esos eran Juan Bosch, Lidio Cadet, Norge Botello y Euclides; y así relajábamos con todo. Le dábamos a todo el mundo, comenzando por Balaguer –que era el presidente–, así que yo diría que la única venganza que puede tener una sociedad de políticos corruptos es reírse de ellos, y el humor siempre ha sido un arma política poderosa y me gusta ejercerlo desde un punto de vista independiente, es decir, sin servirle a nadie, porque si el humor le sirve a alguien se daña, si sirve a algún interés, deja de ser gracioso.

 

2. No le hemos visto en un cuadro de comedias, ¿qué comunicación hay entre esa faceta de humorista y las demás áreas profesionales en las que ha incursionado?

HL: No me has visto en un cuadro de comedia ni me vas a ver; sin embargo, uno de los principales trabajos que hice en el Show del Mediodía, fue hacer guiones para comedias; y te puedo decir cómo se hacían los guiones porque no eran escritos.

 

Tú llegabas con una idea, porque los comediantes de esa época –el Show del Mediodía– ‘corrían’ solos. Tú le dabas una idea y ellos te la enriquecían y te la aumentaban de tamaño como cinco veces, poniéndole gracia, ocurrencias… pero había algunas que yo sí las escribí. Antes de DDT yo hice otra revista humorística: Tirabuzón, junto con [Narciso González] Narcisazo.

 

3. Háblenos de Tirabuzón.

HL: Esa revista la hacíamos en mi casa Narcisazo y yo. Horas  haciendo eso, y yo gozando también, esos son de los trabajos que se disfrutan. Si eso diera dinero yo no me dedicaría a otra cosa, pero con eso yo no me mantengo. Yo estuve mucho tiempo haciendo la revista Tirabuzón y, después, DDT y duró mucho tiempo, se hicieron muchas ediciones. Esa revista la hacíamos él y yo solos, y todas las gráficas las hacía yo: yo era caricaturista. La revista se hacía hace ya 36 años.

 

4. ¿Cómo afectó la desaparición de Narcisazo que se asocia, precisamente, a un texto crítico?

HL: A mí me parece que con eso hubo un error. No fue por ese texto. Fue un  discurso que él pronunció el 25 de mayo en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), y a él lo desaparecen el 26; y, en ese discurso él denunció por sus nombres a los jefes de la Fuerza Aérea, del Ejército, de la Marina, de la Policía y el secretario de las Fuerzas Armadas. Él dijo que todos habían recibido contratas de 25 millones de pesos que le había dado Balaguer; y que por eso se había hecho el fraude, que por eso perseguían a la oposición y los mencionó por sus nombres a uno por uno, y al otro día desapareció.

 

Narcisazo era agudo, punzante y profundo porque él escribía muchas cosas que te sacaban una sonrisa y, al mismo tiempo, te ponía en una actitud de protesta y de resistencia –eso es un don que él tenía– porque cuando tú te estás riendo, te estás riendo y no estás pensando en problemas, y él te ponía a reírte y a pensar… con mucha gracia.

 

5. ¿Qué le hace falta a la libertad de prensa de este país y cómo afecta eso el ejercicio periodístico?

HL: Antes la libertad de prensa sufría los embates del gobierno. Las agresiones de la libertad de prensa venían del sector gubernamental. Hace tiempo que no ocurre de una manera tan burda. Ahora, a veces es dentro de los mismos medios donde están las limitaciones y el atentado que viene del sector oficial es de otra manera. Los gobiernos han captado a centenares de comunicadores que están bajo sueldo.

 

Ahora, ¿en qué consiste la libertad de prensa? En que un medio puede publicar sin limitaciones ni sustos, lo que quiera publicar. Pero eso es un derecho, que si bien repercute en toda la sociedad, el derecho directo lo tienen pocas personas: aquellos que tienen suficientes recursos para ser dueños de medios de comunicación.

 

Hay un concepto mucho más amplio y, por lo tanto, mucho más democrático, que es el derecho a la libre información. Fíjate: en la libertad de prensa el sujeto directo del derecho es el dueño del medio; en el derecho a la libre información, el sujeto directo es el ciudadano; entonces, es un derecho más amplio y, por eso, mucho más democrático.

 

Cuando a un medio o a un comunicador se le tapa la boca, la agresión no es al medio ni al comunicador: es a la sociedad. Porque si le tapan la boca al periodista, es tapándole los ojos y los oídos a todos los ciudadanos. Es decir, se agrede a un medio o a un comunicador porque se quiere impedir que el ciudadano se entere de aquello a lo que tiene derecho de saber. Por lo tanto, la agresión es a la sociedad.

 

Entonces, ¿qué se necesita en términos de libertad de prensa? Bueno, lo que necesitamos es, por supuesto, mantener la libertad de prensa, pero también desarrollar y respetar el derecho a la libre información, eso es fundamental para la democracia. Es tan fundamental que, si falta, entonces no hay democracia.

 

6. ¿Cuánto le costó el Premio Nacional de Periodismo?

HL: ¡Oh, 50 años de ejercicio! (risas). Me ha resultado costoso porque no he negociado. Muy costoso. No es fácil. Bueno, no ha sido fácil porque son 50 años enfrentando al poder, en todos los casos.

 

Yo he dejado perder muchas décimas, pero yo he encontrado unas cuantas que hice contra la reelección de Balaguer, de Hipólito Mejía, de Leonel Fernández, ahora contra la reelección de Danilo y de todos. Sobre todo cuando Balaguer no era fácil: muchas amenazas, es así. Pero eso viene en el paquete de este oficio.   Hace un tiempo nos estaban haciendo amenazas de muerte desde un partidito xenófobo que hay aquí. Recibimos llamadas del jefe de la Policía para ponerme protección. Le dije que no. Al final me dijo: «Bueno don Huchi, lamento decirle que aunque usted lo rechace, le voy a poner vigilancia porque no podemos permitir que a usted le pase algo». Después vinieron, de parte del presidente, el ministro de Interior de Policía y el director del DNI, y también les dije que no. Y me dijeron que aunque yo no la quisiera, me la iban a poner, y me la pusieron. La verdad es que no me sentía nada cómodo. Y pedí que me la quitaran. Y me la quitaron. A lo mejor la dejaron discreta, no lo sé.

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