Lenguaje gráfico: Cristian Hernández
Cerámica, costura o arte terapia son solo algunas de las extraordinarias áreas del arte que pueden ser desarrolladas en La casa del artista, un espacio liderado por una apasionada del arte, Daisy Vidal, quien busca los materiales donde haga falta para que esta islita del Caribe pueda ofrecer a sus artistas esos materiales que necesitan y que por la poca demanda, normalmente no están disponibles en el mercado. Recorrer junto a Daisy cada tramo, fue toda una experiencia. Más que estar en una tienda, tuve la sensación de estar en un museo donde cada frasquito de pintura o pieza artística realizada por estudiantes, tuviera el mismo grado de especialidad. Y es que –junto a Daisy Vidal– el arte es esencia y vitalidad.
|
DV: El arte sirve para relajar, la gente que trabaja en administración de empresas, bancos, números, todas esas personas deben dedicarle dos horas a la semana a hacer algo de arte, ya sea escritura creativa, pintura, música, tocar algún instrumento, etc.; es una terapia de relajamiento total.
Inclusive, nosotros damos un taller de arte terapia, es un taller de canalizar emociones, una autoevaluación, análisis psicológico a través del arte, o sea sacas conclusiones de ti mismo, todo se hace a través del arte. Es un taller muy interesante que me lo trajo una amiga que es médico y me incentivó a que lo implementara en La casa del artista.
2. ¿Cómo influencia el arte la vida de la gente, de los jóvenes? |
DV: La creatividad es una de las cinco principales habilidades procuradas por los líderes de negocios al contratar personal. Las artes como la música, el baile o la pintura, proveen habilidades procuradas por los empleadores del tercer milenium; un estudio revela también que los galardonados con el premio Nobel en Ciencias, están 17 veces más involucrados en las artes que el promedio de sus colegas científicos, o sea que las artes desarrollan un lado del cerebro que no lo utilizamos constantemente: el lado derecho del cerebro.
En el caso de los niños, en los colegios que tienen buenos planes de arte en su currículo académico, los niños sacan mejores notas, hay menos abandono escolar y se portan mejor, porque cuando se materializa algo bello, la sensación es muy buena, muy sublime; y cuando un niño puede producir algo y sus padres se lo aprueban, lo exhiben, lo enmarcan: eso es algo que ayuda a la autoestima del niño.
3. ¿Qué tiempo tiene aquí La casa del artista? |
DV: Empezamos en el año 1996; estábamos primero en Los Prados y yo no vivía aquí, vivía en el exterior; me encargaba de comprarle las mercancías a mi madre; cuando yo vivía en Brasil visité la fábrica de pinceles, y de diferentes materiales de arte, por eso tenemos muchos productos brasileños porque los conozco. Empezamos así.
4. ¿Eres artista? |
DV: ¡No! Soy contable, abogada y tengo un diplomado en Historia del Arte. Empecé en Brasil… estudié dos años y medio… me mudé y no pude terminar. Cuando llegué a Guatemala –que duré cinco años allá–, pude graduarme. Artista no, pero sí domino varias técnicas, por eso puedo ayudar a la gente con lo que necesita con sus productos y eso es lo que hace divertido el trabajo.
5. Veo que La casa del artista, más que una tienda, parece un centro cultural… |
DV: Esa es la idea, por eso el nombre; antes teníamos una sala en esta área, esto es nuevo: este Art Café. Porque los chicos que vienen a coger clases en la tarde tenían que pedir desde acá al colmado por un refresco, entonces surgió la idea de tenerlo todo aquí.
La idea de los concursos [de arte] es algo que me apasiona. Premiamos tres categorías. Todas las manifestaciones del arte. Aquí tenemos herramientas, y si no las tenemos en existencia porque no hay mucha demanda, traigo de EE. UU. lo que necesiten.
Y los talleres se ofrecen para todas las edades. No hay algo en particular: los niños y la tercera edad. Me encanta trabajar con ellos porque se mantienen ocupados, desarrollando sus dones. Tengo un testimonio de una compañera de pintura en Brasil, ella era una señora muy mayor; ella tenía todas las manos afectadas por reumatismo y aun así decía: «aunque los pinceles no los pueda agarrar, me los voy a teipear y, mientras yo esté produciendo un cuadro, no me importa ser fea o vieja, porque estoy pariendo todavía cosas bellas en un cuadro».