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Quítate tú…

POR: Luis Reynaldo Pérez

Es una indelicadeza que Miguel Vargas Maldonado, presidente del Partido Revolucionario Dominicano y Canciller de la República, haya enviado una carta al eminente siquiatra y vicepresidente del Perredé César Mella informándole que iba a sustituirle de la dirección del Instituto Dominicano del Seguro Social, posición en la que fue designado mediante decreto por el presidente de la República, justificando su intención en que otro compañero de partido «necesitaba el cargo».

Es una pena que este personaje que ha escalado posiciones políticas a través de triquiñuelas y a costa de dividir su partido siga actuando como dueño y señor del que alguna vez fue la mayor maquinaria de oposición en la política criolla.

En los últimos años Vargas ha producido de manera directa o indirecta, dos divisiones dentro del partido blanco: la primera, la salida de Hatuey de Camps, a causa de la reelección impuesta de Hipólito Mejía; y la salida del propio Mejía, padrino político de Vargas Maldonado, acompañado de Luis Abinader para formar el Partido Revolucionario Moderno.

Su última jugada política ha sido apoyar la reelección del presidente Medina a cambio de cargos de relevancia, para sí mismo y sus cercanos, en el gobierno peledeista.

Y lo que en verdad apena es la forma en que desde el gobierno se ha defendido ese atropello al doctor Mella. Que más que un atropello a un técnico especializado y que ejerce de manera correcta la función para la cual fue nombrado es la manera poco institucional en que un hombre que no tiene la potestad legal para hacerlo va a cancelar a un funcionario porque otro miembro de su partido golosea ese puesto.

Mientras se siga manejando la cosa pública ‘dedocráticamente’ seguiremos en esta debacle de corrupción en la que estamos metidos.

Mientras en la política dominicana no se pongan de lado las apetencias personales seguirán las posiciones públicas vistas como fuentes de lograr poder político y económico. Y seguiremos por los siglos de los siglos cantando la cancioncita aquella quitate tú, pa ponerme yo…