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Quítate tú pa’ pone’me yo

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Cada fecha 27 de febrero o 16 de agosto el pueblo espera cambios en el gobierno. Nos hemos acostumbrado a esperar estos días con cierta ansiedad: ¿a quién moverán del cargo? Es lo mismo que preguntarse a quién le toca el turno de beneficiarse de un cargo. A lo mejor el pueblo no es consciente de lo que hay detrás. Y es una lástima: en países de ejercicio democrático que nos llevan años luz, está prohibido –constitucionalmente– que los cargos públicos sean cambiados cuando llega un nuevo presidente.

Si lo miramos bien, no es gracioso que esperemos –y con gran conformidad– que ahora el presidente Medina pague los «compromisos» con los partidos aliados para las pasadas elecciones. No es gracioso porque en realidad Danilo Medina no es el único que gobierna un país. El funcionario público que ‘macutea para jocear lo suyo’ también gobierna. Impone la corrupción, desprestigia las instituciones públicas e impacta el destino del pueblo. El suyo y el mío de forma personal.

Es lo mismo que esa costumbre caudillista de poner la foto del alcalde en los camiones y otros letreros. Recordándonos que fulano de tal hace esto o lo otro durante su gestión. Ese alcalde está aprovechando los recursos del pueblo para hacer publicidad con su persona. Y el pueblo ni siquiera se percata de ello porque «siempre ha sido así». La cosa es que ese alcalde ha sido elegido para un puesto y todo cuanto haga durante su gestión debe figurar en una memoria de rendición de cuentas, que se haga pública y despersonalizada.

Al cierre de esta edición desconocemos todavía el acto en el que Danilo Medina pasa la presidencia a Danilo Medina. Lo hemos visto brincando charcos y construyendo escuelas. Lo hemos visto –reconociendo lo bueno– fortaleciendo un vínculo con el pueblo (a diferencia de Leonel Fernández, que se le veía con frecuencia solo con «la crema y la nata» del país). Pero no nos engañemos: a veces es cuestión de cómo el equipo de comunicaciones de la presidencia es hábil para construir y mantener una determinada imagen pública.

En resumen: lo que parece no es necesariamente lo que es. El circo pautado para el 16 de agosto, los recursos invertidos en esta actividad, lo que suceda durante estos días que «quítate tú para ponerme yo» es un tema que al pueblo debe interesarle. No porque vengan invitados internacionales y la picadera esté sabrosa. Sino porque todo cuanto sucede en la toma de decisiones del país IMPACTA nuestras vidas. La vida de la gente sencilla, pero gente sencilla que debe procurar no comerse, por filete, la fritura que le dan.

Merecemos funcionarios públicos que cumplan con la ley. Que declaren sus bienes. Que no se lucren de forma ilícita en sus respectivos cargos públicos. Que sean honrados y den el ejemplo. Que lleguen puntualmente y jamás utilicen –como hizo Juan Bosch– su cargo para enriquecerse. Una vez Patricio, hijo de Juan Bosch, acompañó a su padre a un viaje oficial en una provincia. Patricio, en su época de adolescente, recuerda que allí vive un amigo suyo y le pide a su padre que le dé permiso para ir a visitarle por supuesto con uno de los choferes. Juan Bosch le explicó que no podía usar recursos públicos (el chofer, el carro, el combustible, el tiempo) para una visita personal. Le explicó que esos recursos son del Estado.

Esa conducta ética es la que debemos esperar de los funcionarios del gobierno. Los que están y los que vendrán. ¿Qué nos toca, como parte del pueblo? Defender nuestros recursos, exigir un comportamiento ético y comportamos de una forma ética. Actuar con honradez en todo momento. Seamos lo que exigimos. Paremos la corrupción.