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¿Lo mismo da?

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Pues sí. A la justicia dominicana, y a todas las instituciones gubernamentales, como a las empresas familiares, les hace falta mucho procedimiento. Mucho método. Mucha revisión del «cómo». La buena intención no basta. Y cuando alguien te dice un «qué», es decir, una propuesta, lo que está informando es un deseo. Eso no quiere decir que se tiene claro el cómo aquello va a ser ejecutado.

Por ejemplo, la ventilación pública del traslado del acusado de asesinar al exrector de la UASD Mateo Aquino Febrillet, ocasiona un escándalo que ha movido a la opinión pública. Pero quienes hemos tenido la mala suerte de tener que lidiar en un juicio contra un asesino confeso, sabemos que la maniobra de posponer un juicio no es exclusiva de este caso.

Es increíble las razones que llevan a posponer un juicio. Mi hermano Najib, por ejemplo, fue asesinado el 8 de agosto de 2014. Un domingo. A plena luz del día, y delante de testigos que incluyen miembros de la Policía Nacional que se quedaron mirando los hechos sin intervenir ante un hombre desarmado que estaba siendo sacrificado por un sociópata con antecedentes criminales.

Najib, ayer, habría cumplido 44 años. Durante estos dos años, las audiencias han sido un relajo. No solo porque se desarrollan en un espacio físico sin condiciones, por ejemplo hubo una ocasión que mi madre y yo tuvimos que estar de pie durante el desarrollo de todo el juicio porque en los banquillos, se sentaban todos juntos los acusados de otros delitos, y faltaba el aire. Como si uno fuera a ahogarse en sentido literal y figurado. Tortura continua. Inseguridad total.

Una audiencia se pospuso, por ejemplo, porque nunca se mandó la notificación de juicio al recinto carcelario, entonces no trajeron al acusado. Sin embargo, todo el involucrado en ese proceso, incluyendo el Estado, invirtió tiempo (permisos en los trabajos para los testigos y familiares, dolor renacido, dinero en el pago de los servicios de los abogados, transporte, etc.). Al margen de que, psicológicamente, quienes lidian con estas circunstancias, reciben una y otra vez la misma mala noticia. Se revive todo otra vez, y esto afecta la salud, la productividad, la economía.

Extender sin método, sin debida supervisión de los procedimientos,  es como rematar a uno (y no al muerto). Trasladar a un interno sin necesidad es crear las condiciones de que el traslado pueda ser intervenido y llegar a la fuga.  Retardar un juicio definitivo, tiene un costo inmenso. Un costo de dolor que permanece en las familias afectadas, pero también un dolor que se extiende a toda la sociedad.

A quien juzgue la visión dura que presento, le informaré que realizo proyectos de escritura acompañando a  internas a crecer y cambiar por dentro. No pertenecemos a una generación que desprecia, que no perdona o que no tiene fe. Pertenecemos a una generación que está haciendo algo por la gente que ha delinquido y que tiene oportunidades de cambiar su vida. Eso no quiere decir que dejemos de reconocer la importancia de revisar el sistema judicial dominicano. Los procedimientos que retardan procesos, y hablamos de la falta de coordinación, de los jueces que admiten excusas sin fundamento, solo porque después de una audiencia sigue otra y entonces, lo mismo da. Y no da lo mismo. Mi hermano nació un día como ayer…  y su hijo de tres años no lo pudo celebrar.