POR: Luis Reynaldo Pérez
Ya la ciudad está vestida de luces y el frescor propio de estos días se siente en la piel. Se escucha en las estaciones radiales y en centros de diversión la música propia de la época y en los comercios las ofertas están a la orden del día. Ojalá y el pueblo disfrute junto a familiares de adentro y afuera del territorio nacional y disipe por un momento todas las amarguras y las dificultades de este año. Un año difícil en todos los sentidos: el aumento vertiginoso de los feminicidios; los casos de corrupción política que han quedado olvidados bajo una alfombra de impunidad; los conflictos políticos que afectan el buen desempeño de los servicios públicos; el aumento del costo de la vida. Sumado a esto, las situaciones internas que afectan a cada familia e individuo.
Estos días de asueto y fiesta deben servir para reflexionar sobre el sentido de la vida, no importa si creemos en un dios o no y es que al final el único propósito de estar vivos es vivir en paz y armonía con nosotros, con quienes son parte de nuestro círculo familiar, laboral y de amistad, y con quienes no también, y con los animales y naturaleza que nos rodean.
Esta época en definitiva debe ser para recargar energía para afrontar todos los retos que se avecinan y pasar balance de los días pasados.
Al final, sea feliz y haga feliz a quien pueda brindar un abrazo o un pedazo de pan. Y recuerde que un nuevo año viene y necesitamos de cada una de las personas que viven y luchan por este país para seguir sacándolo adelante.