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¿La muerte?¿Cuestión de suerte? :(

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Por más que siempre esté presente, no nos acostumbramos a ella. La muerte es una estancia odiosa. Aún presentida, esperada, es una desgracia que nos arranca parte de nosotros. La muerte duele porque su apariencia de «desenlace», no es tal. Es apenas un comienzo de revisiones para quienes quedamos vivos.

Vivas, España tiene –a la fecha– más de 46 millones de personas. República Dominicana tiene poco más de diez millones. Sin embargo, durante la Navidad y hasta Año Nuevo, en España se registraron solo tres muertes por accidentes de tránsito. En nuestro pequeño país contamos con la trágica cifra de 33 muertes. A ver si nos entendemos: «El Centro de Operaciones de Emergencias (COE) concluyó ayer el operativo navideño, período durante el cual se registraron 33 muertos, 727 accidentes(…)».1 No lo justifique y ponga truño: en Colombia –con más de 49 millones de personas– para Año Nuevo se reportaron solo 42 accidentes de tránsito y 13 fallecidos. ¿Me copia?

Todavía era una niña cuando mi tío Mario, que en paz descanse, iba al guía y me dijo: «Mi hija, nunca olvides que cuando tienes un guía en la mano, en realidad tienes un arma». Sí, erredianos, con un guía podemos matar personas. Una de mis mejores amigas, noble y buena, mató accidentalmente a una pareja de esposos que venía en un motor sin luz por una curva, en vía contraria, en una comunidad rural. Su vida no es igual desde entonces. Tampoco será igual la vida de los familiares que perdieron a sus seres queridos.

Tenemos un GRAN problema con el tránsito. Para crear conciencia hace falta profundizar en cada ciudadana y ciudadano. Contar con la reflexión de la que tiene un guía en vía contraria, del que cruza la calle, del que no cede el paso, de la que aprovecha el amarillo y luego se queda en medio de un cruce provocando caos y violencia, retrasos y agresividad contagiada a otros conductores, que luego reproducen su amargura ante sus hijos pequeños al llegar a su casa.

Así como aprendí de niña el nivel de responsabilidad que debe tener quien conduce, necesitamos programas de educación vial en las escuelas y colegios de todo el país. Porque nuestra inseguridad al salir a la calle, es escandalosa. Pero felizmente, prevenible. ¿Podemos, de veras, aguantarnos para esperar no cruzar en amarillo, jamás hacer uso del celular mientras conducimos ni andar a una velocidad indebida? ¿Somos capaces de civilizarnos un poco? A lo mejor así bajaríamos las ventas de ataúdes durante todo el año.