Los procesos históricos se dan paulatinamente. Antes de que se declarase la Segunda Guerra Mundial, se dieron unos acontecimientos que –conectados– desembocaron en algo así como lo que está sucediendo en las provincias declaradas en estado de emergencia. El río se desbordó. Pero no fue un aguacero. Fueron pocos y muchos los que saturaron la tierra.
En los sucesos meteorológicos, por ejemplo, el cambio climático canta su canción de cuna, titulada: «Te lo dije». Pero eso no se ve. Porque con usar aerosol esta mañana o tirar un vaso desechable por la ventana, es fácil decir para sí: «Yo no tuve la culpa». Otros sucesos, como el que se diera al ver al miedo manifestarse en las urnas estadounidenses… la supremacía blanca… el odio…. la conducta primitiva… de eso, ¿quién tiene la culpa?
Donald Trump comenzó su campaña política mucho antes que la contienda electoral estuviese en el panorama. Su poderío económico fue un referente en un país donde tener poder y dinero, lo es todo. Y por eso, bien vale la pena vender el alma al diablo. Y usted dirá que qué tiene que ver Noé Camacho con Donald Trump. Y diré que mucho. Si, luego de que este macho-diputado sacara una correa durante la intervención de la diputada Faride Raful, él sigue en el puesto: nosotros lo estamos permitiendo. Lo cual es inaceptable.
Ni la comunidad ni la ley deben permitirlo. Noé Camacho debe dimitir del cargo porque su comportamiento ha faltado a la ley que el mismo Congreso aprobó. Y justo tan cerquita del Día Internacional de la NO Violencia Contra la Mujer. La ley dominicana 24-97 reconoce que: «la mujer dominicana es objeto de violencia, que corresponde a los poderes públicos sancionar, toda vez que la violencia contra la mujer y la violencia intrafamiliar son problemas socioculturales que atentan contra los derechos humanos y ponen en peligro el desarrollo de la sociedad» .
Y por eso es que al afectar a Faride, afectó a todas las mujeres que en ella estamos representadas. Y afectó a todas las niñas que en el país crecen con miedo y desesperanza. Y afectó a todos los niños y jóvenes que ven diariamente la «normalidad» en una ANOMALÍA: así como el bien y el mal deberían estar pasados muy en limpio en las sociedades modernas, lo cierto es que en muchos aspectos estamos caminando hacia atrás. Dándole paso a las ideas menos evolucionadas, solo porque defienden la supremacía de las minorías.
Por suerte, para contrarrestar eso, está la ley. ¿Qué sanción recibirá Camacho por semejante comportamiento? Si él es así en lo público, ¿cómo ha de ser en lo privado? Este sujeto, como tantos hombres violentos que han pasado por allí, no solo le debe una disculpa a las mujeres dominicanas y a Faride Raful… Noé Camacho debe renunciar del cargo público. A todas luces, le queda grande.