Después de batallar once años, el cáncer ha vencido al candidato Hatuey De Camps, presidente del Partido Revolucionario Social Demócrata. Bueno, lo ha vencido y no. Es cierto que su partida irreparable deja un profundo dolor en su familia. Y es cierto que deja una tristeza sentida en los rincones de la vida pública. Ante esta triste ocasión, personas de la vida política y académica han reconocido el valor que siempre tuvo para defender sus ideas. Expresamos, en esta penosa ocasión, nuestro pesar y nuestra solidaridad con sus familiares y amigos cercanos. No solo por su partida, también por la partida, a pocas horas, de su hermano Luis De Camps. Dos pérdidas lamentables para una misma familia.
Con la partida de Hatuey De Camps se marcha uno de los políticos más jóvenes de la ‘vieja guardia’. Se le recuerda, desde muy joven, con un activismo político intenso, cerca del Partido Revolucionario Dominicano de José Francisco Peña Gómez, hasta que fundara en 2004 el Partido con el que fue candidato presidencial, por primera vez en su historia política, en el pasado mayo de 2016: Partido Revolucionario Social Demócrata.
Una enfermedad agresiva no le desanimó a dejar de postularse a la presidencia de la República. ¿Por qué? ¿Qué fuerza le impulsó a mantenerse aferrado a su carrera política? ¿Con qué relevo se queda el país cuando van cayendo quienes, en algún momento de su vida, han luchado por ideales que compartimos? Hay que decir, independientemente de que nuestras posturas políticas difieran, independientemente de que haya sido o no haya sido señalado por sus opositores políticos en el desempeño de su vida pública, que hubo una postura que De Camps nunca abandonó: la de situar a Joaquín Balaguer, que este día primero de septiembre habría cumplido un año más de vida, como a un gobernante «malo», al que debemos reclamar la muerte violenta de grandes dominicanos.
Agosto se lleva los restos físicos de Hatuey De Camps, pero no debemos olvidar aquellos valores que lo mantuvieron luchando. Ideales que no tienen que ver con identificación partidaria, sino con valores para la vida: empezando por la valentía de jamás rendirse. Mientras tanto, septiembre llega, y nos trae a la memoria la fecha de nacimiento de Joaquín Balaguer, un gobernante que se mantuvo de forma ilegítima bajo sangre y fuego. No solo durante los Doce Años, sino que incluso en el año 1994, fuimos testigos de la desaparición –bajo su gobierno– de Narciso González, profesor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
Es en este terreno académico de la UASD que Hatuey De Camps se lució, y fue por su lucha juvenil universitaria, por su participación comunitaria y revolucionaria, desde sus creencias personales y la filosofía de los partidos políticos en los que militó. Que su partida nos recuerde que las nuevas generaciones debemos comprometernos con la vida política del país, que es en nuestros hombros sobre los que debe descansar la felicidad de nuestro pueblo. Y que de la misma manera que damos la espalda a comprometernos con ideales que impactan el bienestar común, de esa misma manera la justicia social tardará en llegar a nuestra casa.
¡Paz a sus restos!