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EDITORIAL No. 77

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Además de ser un puente triste, el puente de la 17 quiso honrar la memoria de Francisco del Rosario Sánchez, patriota que un día como hoy –pero de 1817– abrió sus ojos por primera vez. Y se supone que para este bicentenario del natalicio de quien izara por primera vez la bandera dominicana en 1844 y dejara la vida en las guerras independentistas de 1861, hoy nuestro país estaría de fiesta. Pero no es así.

 

En nuestro país aún no logran cristalizarse los sueños patrios de hombres de la talla de Francisco del Rosario Sánchez o mujeres de la talla de su tía, María Trinidad Sánchez, una mujer también muy grande quien, según algunas fuentes, su valiente falda protagonizó el primer crimen político de la historia republicana: ella fue fusilada el 27 de febrero de 1845, irónicamente en el primer aniversario de la independencia nacional dominicana.

 

¿Dónde están los verdaderos hombres y las verdaderas mujeres de nuestro pueblo? ¿Qué representa hoy día el área limítrofe de un territorio? ¿Cuál es el enemigo y cuáles son las armas con las que vale la pena luchar? Hablar de patria es sencillo. Por un lado, queda muy bien cuando nos llenamos la boca con frases hermosas en defensa de esa figura abstracta que es la patria.

Nuestro pueblo está comenzando un proceso interesante. Se está sintiendo responsable del curso de su historia. Francisco del Rosario Sánchez solo tenía 27 años cuando desafió el orden instaurado en 1844, y a nuestra edad ¿qué cosa verdaderamente importante hemos hecho por nuestro país, por su gente?

 

Rendirse no es un verbo que haya conjugado nunca Francisco del Rosario Sánchez. Desafió su tiempo aprendiendo por su cuenta francés y latín. Desafió su tiempo cuando aceptó ser líder del movimiento independentista ante la partida al exilio de Juan Pablo Duarte. Pero ahora, y no antes, es cuando más necesitamos de héroes. Héroes de todas las edades y los sexos y las creencias que hagan posible un país cada vez más justo y democrático.

 

Sí, hoy es un buen día para mirar hacia el Altar de la Patria. Pero no solo el Altar de la Patria donde descansan los restos mortales de Juan Pablo Duarte, Matías Ramón Mella y Francisco del Rosario Sánchez. También hay un Altar de la Patria en el corazón de las mujeres que cada 8 de marzo recuerdan que sus derechos siguen siendo disminuidos, pues siguen siendo controladas, menospreciadas y desfavorecidas en una cultura machista en las que su dignidad no vale un peso.

 

El Altar de la Patria no está en un puente de nombre digno que, cada tanto, reclama en silencio una condición de inseguridad para quienes lo cruzan. El Altar de la Patria está en todas aquellas personas que desde el Puente de la 17 han empujado su agonía hasta hacerlas flotar sin vida sobre la complicidad del río Ozama.

 

Ahora bien: podemos honrar a Francisco del Rosario Sánchez comprometiéndonos más y más con causas nobles, peleando con las armas que hagan falta para que el narcotráfico y la prostitución no nos arrebate a nuestros jóvenes. Haciendo nuestro trabajo, por humilde que parezca, con toda la energía y dignidad posibles. Estudiando todo lo que aparezca, en vez de perder el tiempo fifiando o esperando que te den.

 

Si Francisco del Rosario Sánchez hubiera vivido 200 años después, seguro que habría encontrado una buena causa en donde poner su corazón.