A+ A A-
A+ A A-

Editorial No. 75

POR:

La depresión no es un relajo. Hace tiempo que esa breve frase navegaba por mi sangre, pero –por alguna razón– no me atrevía a decirla. Hará quizá dos meses se ahorcó una jovencita de 17 años, estudiante de un colegio de Santo Domingo. En esta semana otra chica se suicida, explicando que tomó semejante decisión porque –hará cosa de un mes– su novio falleció en un accidente de tránsito. ¡Qué triste! Triste porque sucede y triste porque pudieron ser evitados. ¿Cómo?

Las personas con cuadros depresivos suelen dar señales que ignoramos. Cuando escucho frases como «evita personas tóxicas que se viven lamentando», se me raja el corazón. La cosa es sencilla: quien escribe estas líneas ha sido una persona «tóxica» en determinado momento de su vida. ¿Usted no? Cuando las situaciones me han resultado inmanejables, cuando he sido sometida a unos niveles de presión y opresión que me superaron… Sin embargo, son las personas que te escuchan y protegen quienes juegan un papel determinante en tu vida y la reencauzan. Si nadie te escucha amorosamente, ¿a quién le darás señales de que necesitas ayuda?

La depresión, según indica el psiquiatra José Miguel González, «es la primera causa de suicidio en  RD».1  Pero no tenemos claro si hay o no hay una línea de emergencia especial a la cual llamar si una persona se siente con pensamientos suicidas. ¿Tenemos una? En muchos países este sistema ayuda mucho a la prevención pues muchas personas deprimidas pueden tener un canal de comunicación abierto. La persona enferma no tiene capacidad de ver una realidad objetivamente. Su realidad es diferente a la que perciben quienes están en su entorno. Por eso estas personas deben ser comprendidas, toleradas y acompañadas.

Así como ganamos con la eficiente línea del 911, debemos también ganar con una línea 111 (se me ocurre). Una línea que sirva a la población para ayudar a las personas que están en riesgo y que tengamos disponible una amplia lista de médicos de enfermedades mentales que puedan, gratuitamente, acompañar a las personas que se encuentren en este estado de vulnerabilidad extrema.

Especialmente duelen los casos de adolescentes que aparentemente se suicidan por causas «bobas»: le negaron un permiso, le quitaron un privilegio, el novio la dejó… ¿de verdad se suicidan por «eso» o hay todo un sistema emocional que necesita ser atendido vía tratamiento con medicamentos y terapias? Pero, ¿quién las paga? Además del suicidio por depresión en el mundo adulto, el mundo de la infancia es muy frágil. Tenemos muchos peques abusados y no tienen ni adonde ir ni con quien quejarse. Si conocieran una línea de ayuda, podrían hallar protección, seguridad y justicia. Este proyecto amerita todo un sistema de comunicación publicitaria y el apoyo constante de los medios de comunicación.

Cuando alguien me cuenta que somos «el país más feliz del mundo» siento pena. La enajenación ante los problemas no es realmente una virtud. «Hacerse el loco» cuando tenemos problemas económicos, relacionales, laborales, acoso escolar, etc. no es –en realidad– algo digno de celebrarse. Nos «hacemos los locos», a veces, como un mecanismo de defensa que podría retardar la vía de confrontación con la realidad. «Hacerse el loco» y ser felices son dos conceptos completamente distintos.

Al presidente Medina y a las familias dominicanas les pido que, además de tender la mano, tendamos el corazón. Necesitamos  conocer líneas de ayuda y necesitamos saber que nuestros adolescentes deprimidos tienen esperanza.

1 http://diariodigital.com.do/2015/10/11/depresion-es-la-principal-causa-de-suicidios-en-rd/