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Editorial No. 62

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Estas palabras viajan desde México, hacia donde nos hemos trasladado para participar en el III Congreso Iberoamericano de Literatura Infantil y Juvenil 2016. Un congreso que ha movido a personas vinculadas con el mundo del libro desde todos los destinos de América y algunos de Europa, incluyendo Alemania y España. ¿Por qué es tan importante un evento como este que cuenta con más de 800 personas en butaca y mueve autores y promotores del libro infantil de tantos lugares distintos?

Primero porque leer es un derecho de niñas y niños, y los autores debemos buscar la manera de hacerlo de la mejor forma posible. Segundo porque sentimos un profundo respeto por aquello que llega a las manos de los primeros lectores y tercero, y no menos importante, porque hay una diferencia muy grande entre las personas que leen y las que no. Quienes leen, por ejemplo, no solo advierten con más rapidez las oportunidades de la vida… también tienen una mayor preparación para aprovechar estas oportunidades.

Leer, también, nos vuelve más sensibles y, por lo tanto, más humanos. Y la verdad que constatar que en un país tan grande y diverso como lo es México, aun con la violencia de la que es objeto por la desigualdad social en la que sienta sus bases el narcotráfico, tanta gente lee: también ha sido esta la semana en la cual culmina la 36 Feria del Libro Infantil y Juvenil, evento de tanta trascendencia que da gusto ver cómo transmiten por la televisión cultural parte de la programación.

Pero todavía nos falta algo muy hermoso: la Feria del Libro de Guadalajara (la más importante de habla hispana), que será celebrada del 26 de noviembre al 4 de diciembre en su trigésima edición. Como se ve, no todo es conjugar el verbo fifear en las esquinas detrás de un pote de romo, tres cervezas y una partida de dominó.

Hace falta que en los hogares también saquemos espacio para compartir historias que nos ayudan a soñar, historias que nos recuerdan que quien nos la cuenta nos ama, historias que sin ser cansonas con enseñanzas sobre explicadas, nos dejen ver desde una edad muy temprana los tantos matices que tiene la condición humana.

Es común que saquemos tiempo para comprar cerveza y que no nos encontremos costoso el vicio, pero solemos quejarnos de que un libro cuesta mucho, que no tenemos un kikí y gritamos más que un gato amarra´o. Sin embargo, lo cierto es que si hay un «gasto» que en verdad no es un pérdida, sino una inversión es invertir en un libro y en educación.

Nuestros niños y nuestras niñas tienen deficiencia en la lectoescritura cuando ya deberían estar escribiendo con fluidez. Y cuando digo escribir no decimos copiar. Decimos producir nuevas ideas desde la escritura pues la cultura humana es una cultura escrita. Y todo aquel que esté marginado de la cultura escrita estará marginado en todas las demás áreas de la vida.

También nuestro país celebra la XII Feria Regional del Libro Hato Mayor 2016, del 28 de noviembre al 4 de diciembre. ¡Coge para allá que la fiesta estará de apaga y vámonos!