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Diario de un favorecido 9 de mayo

POR: Cosme Peña

¡Salud para un amigo!

Quien encuentra un amigo encuentra un tesoro. (Eclesiástico 6:14)

Ha estado presente en la mayoría de los acontecimientos trascendentes de mi familia durante los últimos veinticinco años, así de inexorable es el tiempo. Su hablar pausado contrasta con su potente voz. Su oratoria clerical conmueve las fibras del alma, los pecadores se ven compelidos ante la exposición contundente de la Palabra. Apologista y evangelista. Cual Timoteo decidió ‘’predicar a tiempo y fuera de tiempo, a reprender y exhortar con toda paciencia y doctrina’’ (2 Timoteo 4:2)

Mi amigo es un hombre de firme en convicciones. He visto a pocas personas como él, con una pasión tan ardiente por la salvación de las almas.

Nos conocimos cuando era vendedor de una empresa que distribuía equipos de cocina. Era tenaz y perseverante. Dentro del seguimiento a su ‘’venta’’ visitó mi residencia, para ese entonces ubicada en uno de los barrios mas populosos y peligrosos de la parte alta de la capital. Dudé que se atreviera a concretizar la agendada visita. Pero a pesar del peligro que suponía entrar a esta tierra de nadie, ahí estuvo puntual, lo demás es historia. Sentenció con voz profética: ‘’usted está aquí, pero usted no es de aquí…’’ una carcajada estruendosa salió de mí, rompiendo la solemnidad con la que este distinguido visitante imbuido en el Espíritu profetizaba.

Recientemente en una de nuestras tantas tertulias teológicas y filosóficas me confesó ‘’varón, hoy a mi edad (setenta y cuatro años) tengo más energías que nunca para predicar el evangelio, me siento un niño…’’

Hace cincuenta y tantos años, este amigo, ex marxista-leninista, entrenado en guerra de guerrillas, permutó los fusiles forjados por manos humanas, por el arma más poderosa que ha existido sobre la faz de la tierra: La Biblia… ‘’más cortante que una espada de dos filos, que penetra hasta lo más profundo de nuestro ser, y examina nuestros más íntimos pensamientos y los deseos de nuestro corazón’’ (Hebreos 4:12).

Dejó atrás a Mao, Ho Chi Minh, Lenin, Castro, ninguno de ellos le había dado paz a su perturbado corazón. En Jesús encontró lo que le hacía falta, era algo más grande que su intelecto. Como un mozalbete enamorado de su doncella abrazó al Cristo de las parábolas de amor.

A partir de ese entonces, solo Cristo seria su guía, su líder, su dueño. Solo Él había dado su vida en la cruz del calvario, por los que como él estaban perdidos en el pecado. Por eso su vida ya no sería igual, las verdades divinas fueron develadas, sus temores y dolencias fueron sanados. Un poder extraño, incomprensible e incontenible dentro de sí mismo le inundaron de paz. ‘’La paz que sobrepasa todo entendimiento’’. (Filipenses 4:7). La misma que está disponible para todos aquellos que con un corazón sincero vienen a los pies del Maestro.

Esta semana cuando nos enteramos de que este amigo, gladiador de la fe, estaba ingresado en un centro hospitalario, brotó un sentimiento de solidaridad y paz. El nosocomio se convirtió en un mar humano. De toda la geografía nacional ingresaron incontables llamadas afectuosas. Testimonios de una vida discreta a los reflectores del hombre. Grande ante el ojo del que le llamó siervo inútil. (Lucas 17:10).

Este siervo conserva su paz, aquella que solo poseen los que han sido redimidos en la sangre del Cordero. Amigo lector las tempestades vendrán, los gigantes se levantarán, el enemigo disparará sus dardos de fuego, pero sigue confiando, porque sabemos que los que aman a Dios todas las cosas ayudan a bien (Romanos 8:28). Aquel mal, ataque de tus adversarios, quebranto, crisis, la Biblia dice que nos ayudará a bien. Créelo, practícalo.

Desde aquí oramos al Dios de los milagros para que este amigo, pueda levantarse victorioso en el nombre de Jesús y seguir ensanchando su reino. Esa es mi fe, la misma de Primitivo.

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