A+ A A-
A+ A A-

Diario de un favorecido 31 DE ENERO DE 2019

POR: Cosme Peña

Mariano es Latinoamérica.
(Dedicado a mis ahijados Johan y Génesis.
Y al asiduo lector Víctor).

Transcurría el año 1989. Bajo un inclemente sol, un grupo de jóvenes eran observados por varios cazatalentos. Dentro de este batallón, un joven delgado pasaba por desapercibido. Había otros más fuertes, rápidos, mejores fildeadores.  Ninguno de los Scouts fue impresionado por el escuálido joven. Otros serían los seleccionados. Cualquiera pudiera sentirse desanimado, tentado a tirar la toalla, caer en el abismo de la frustración y abandonar sus sueños. Muchos lo hacen.

Más este joven tenía algo especial. Su fe y templanza.  Fruto del Espíritu Santo en su vida. (Santiago 5:22). Estaba decidido a alcanzar el Everest. No había fuerzas humanas que se lo impidieran. A diferencia de sus compañeros estaba dispuesto a postergar el placer del momento; entrenar largas horas, días completos, jornadas intensas hasta el agotamiento. Exigirse el máximo nivel de sacrificio y esfuerzo, aquel que solo experimentan los que han alcanzado la cumbre. Pero sobre todas las cosas, su fe en el Dios de pactos inquebrantables. Su fe en Él que te dice: ‘’Todo lo puedo en Cristo que me fortalece’’ (Filipenses 4:13). Sí, amable lector ‘’Todo’’, y en este ‘’Todo’’ nada queda afuera.

Así este joven delgado, con pocas condiciones para el estándar, nacido en Puerto Caimito, Panamá, criado entre pescadores, practicó el fútbol en su infancia y adolescencia. Una lesión en su tobillo lo hizo abandonar esta práctica. Con escasas posibilidades de volver a jugar el deporte que le apasionaba, retornó a los mares.  Acompañó a su padre. En la pesca industrial se ganaba el sustento. A la vez practicaba el beisbol. En sus inicios jugaba el infield. Pocos apostaron a su talento. Tampoco su fildeo; era extraordinario. Pero había algo en él, que cautivaba a los que le veían. Su disposición a dar la milla extra, su disciplina y carácter afable. Por recomendaciones, cambió su posición de infilder a pitcher. Un año después el mismo cazatalentos, le dio la oportunidad. Lo firmó por la pírrica suma de tres mil dólares, aunque algunos afirman que fueron tres mil quinientos.

La cantidad no importaba, solo necesitaba el chance de demostrar lo que estaba dispuesto a realizar para lograr sus metas. La oportunidad de jugar para una organización profesional. Los Yankees le abrieron las puertas; ahí jugó sus diecinueve temporadas profesionales. Su estadía por las ligas menores fue de cinco años. Período en que moldearía su carácter. Como joven servidor de Cristo, su fidelidad se pondría a prueba en múltiples ocasiones. Saliendo airoso. Dios es quien otorga la victoria. Mariano estaba resuelto a continuar la senda de aquel que llamó a los hermanos y apóstoles Pedro y Andrés diciéndoles: Venid en pos de mí y les haré pescadores de hombres. (Mateo 4:19)

De esta manera, este joven pescador de Puerto Caimito, de una familia de tradición marina, barcos y redes, fiel a su llamado, se convertiría en el cerrador más dominante de la historia del beisbol. Ostenta impresionantes récords, más juegos salvados en temporada regular y postemporada. Cinco anillos de series mundiales, dos MVP de series mundiales; el único cerrador MVP de un juego de estrellas. Ante todos estos récords que lucen imbatibles por muchos años, Mariano posee una humildad sin parangón. La humildad de aquellos que saben que nuestro paso por este globo es temporal y efímera. ‘’Que nuestros tesoros deben estar donde la polilla y el orín no corrompen’’. (Mateo 6:19).

Con todo pronóstico en contra, aquel humilde joven, orgullo de Panamá y Latinoamérica, ha alcanzado lo que figuras de la dimensión histórica, verdaderas leyendas como: Lou Gehrig, Nolan Ryan, Babe Ruth, Mickey Mantle, Stan Musial, Joe Dimaggio, Hank Aron, Roger Maris, Rod Carew, Ken Griffey Jr. Incluyendo a nuestros héroes nacionales e inmortales Juan Marichal, Pedro Martínez, Vladimir Guerrero, entre tantas leyendas. Arribar al sagrado templo de Cooperstown con la unanimidad de votos. Primero en lograrlo en la historia de grandes ligas.

Latinoamérica se viste de orgullo al celebrar este acontecimiento. Treinta años atrás, ¿quién hubiese profetizado que aquel escuálido joven de Puerto Caimito, con pocas posibilidades, alcanzaría la inmortalidad del salón de la fama? Para la honra y gloria del nombre que es sobre todo nombre. Ya que para este siervo del Dios viviente su mayor e importante galardón es el que le espera en la eternidad con Cristo.

Comentarios son bienvenidos a direccion@fuaquiti.com