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Diario de un favorecido 20 DE SEPTIEMBRE DE 2018

POR: Cosme Peña

El mundo observaba con atención la gran final del torneo de tenis de los Estados Unidos. Serena Williams ‘’la Reina’’, la gran favorita, había jugado uno de sus mejores torneos del USA Open, el último de los cuatro grandes (Grand Slam) del año, y que en su palmarés acumulaba 23. Lucía imbatible, como en sus mejores años, había doblegado a sus rivales con una facilidad extraordinaria. Después del parto de Olympia, su hija de apenas un año recién cumplido, retornar al alto nivel de competición era una incógnita. Los más laureados analistas deportivos se mostraban escépticos al retorno triunfal de Serena en tan breve tiempo. Pero contra todo pronóstico ahí estaba ‘’la Reina’’ reclamando su trono.

El estadio Arthur Ashe, en Flushing Meadows, New York era el escenario ideal para que Serena lograra su título 24 de Grand Slam y de paso empatar con la leyenda australiana Margaret Court, como las máximas ganadoras de campeonatos en la historia del tenis. O sea, que  ganar este torneo la consagraría en el Olimpo del tenis. La cita con la historia estaba reservada, solo había un obstáculo por vencer, puro trámite, despachar a una joven de veinte años, Naomi Osaka, hija de padre haitiano y madre japonesa. Sus abuelos maternos se opusieron a la relación de su hija con un hombre negro, esta ruptura familiar se prolongaría por más de diez años; la familia regresó  a los Estados Unidos. Osaka tiene doble nacionalidad la estadounidense y la japonesa, su padre la inscribió en la Federación Japonesa por un tema de mayor beneficio económico. Su fisionomía nipona y piel morena conjugan en Naomi una belleza exótica.

Las jugadoras estaban de frente, ambas con un compromiso con la historia y sus países. Estados Unidos versus Japón. La que levantara el trofeo de campeona ingresaría a su cuenta bancaria más de tres millones de dólares. El público colmado de celebridades, deliraba, testigos presenciales de este histórico evento, postrados ante la ‘’diosa’’ Serena, animaban desde las gradas a su ‘’Reina’’. Pero algo inaudito ocurría, aquella joven con cara de niña buena, tímida al extremo, aquella que por sus venas fluye sangre caribeña, con el carácter de un samurái, aplastaba en el primer set, contundentemente a ‘’la Reina’’ ripostaba de recónditos lugares de la cancha los envíos inmisericordes de su rival, no había un punto de la cancha ajeno a Naomi, el resultado del primer set a favor de la asiática fue un contundente 6-2. En el segundo set, Serena jugando su mejor tenis, desafiaba con sus potentes envíos a la joven, lo que no asimilaba era como esta mozalbete con cara de ángel podía desafiarla y vencerle en su propio terreno.

Ante la rebeldía y precisas respuestas de Naomi,  Serena se fue llenando de impotencia, su lenguaje corporal delataba su frustración, su manager violó las reglas, y desde su asiento le dio algunas instrucciones, acción prohibida de acuerdo a las reglas de la ATP. El juez de silla, el portugués Carlos Ramos, aplicó correctamente el reglamento, hizo una advertencia; Serena ya poseída por la frustración, desquiciada, reaccionó violentamente, agrediéndolo verbalmente. Se había ido del partido, su cuerpo estaba ahí, pero su mente y nervios la habían traicionado.

Situaciones de mucha tensión y presión, altas expectativas, comparaciones frecuentes con los demás, altos niveles de competencia, pueden conducir a las personas a acciones que luego lamentarían, como fue el caso de Serena; la competencia es buena y necesaria. Compite contigo mismo, todos los días saca tu mejor versión. ‘’Escucha lo que te mando: Esfuérzate y sé valiente. No temas ni desmayes, que yo soy el Señor tu Dios, y estaré contigo por dondequiera que vayas’’ (Josué 1:9) es un mandato divino, esforzarnos cada día en ser mejores personas, mejores con el prójimo, ese el galardón, el mismo Señor dice que estará con nosotros y si Él está con nosotros, nada contra nosotros.

Hoy el tenis presencia en la timidez de Naomi el nacimiento de una gran estrella, Naomi se mantuvo serena ante los ataques de una Serena que fue todo esa tarde, menos su nombre.

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