POR: Cosme Peña
Indignación, rechazo, repulsión, memes y ácidos comentarios en las redes sociales, medios impresos, ha generado el desvelamiento de la estatua del patricio Juan Pablo Duarte en la Plaza de la Bandera, obra del escultor Rigoberto Carrasco Agramonte. Que si se parece al presidente Danilo Medina, que si con esto se quiere borrar la memoria grafica del patricio, son de las tantas insinuaciones y acusaciones que se han vertido a través de estos medios.
Pero, ¿cuál es el rostro del patricio? Solo se cuenta con una foto tomada en Venezuela, a petición de su hermana Rosa, tres años antes de su muerte, ya enfermo, lánguido por un quebranto de salud. Y que a partir de esta foto el insigne maestro Abelardo Rodríguez Urdaneta recreara el retrato generalmente aceptado.
Otro maestro de la pintura, Miguel Núñez, me comentó de sus ingentes esfuerzos para que sus obras pictóricas reflejen el rostro más real de la fisionomía del patricio. Partiendo del retrato y foto anteriormente citados. De sus pinceles han salido obras exquisitas, apegadas al rostro generalmente aceptado; el destacado maestro Nunez ha colocado a Duarte en los entornos apegados a la historia y unos detalles finísimos característicos de un maestro que domina la técnica. Una de ellas está en el Ministerio de Educación, para el deleite de la vista, bálsamo para las frustraciones colectivas y brújula moral para las venideras generaciones.
Tengo el honor de ser el creador y editor de la Carpeta Bicentenario de Juan Pablo Duarte. Una colección de treinta carteles, tamaño 22×34 que realizamos desde el año 2011 hasta el 2013, una labor titánica, digna de su protagonista. Junto con el destacado fotógrafo dominicano Miguel Pantaleón (actualmente reside en México, primero en fotografiar al Chapo Guzmán, esta foto circuló en los diarios más importantes del planeta), recorrimos el país entero, buscando las imágenes de Duarte. Se hicieron más de siete mil fotografías, todo lo que estuviera nombrado con el nombre del patricio fue fotografiado, conozco de primera mano, la única estatua de Duarte niño, la primera estatua de Duarte en el país, la primera de Santo Domingo, los medallones, las estatuas de los liceos y escuelas, parques municipales, todas ellas con un común denominador: diferentes entre sí.
Como editor fue un trabajo desafiante, agotador, a tiempo completo, seleccionar solo treinta imágenes en un universo de siete mil y pico, colocar al pie de cada cartel, su ideario, y datos relevantes a la obra, demandó un esfuerzo y concentración descomunales. En dos años concluimos la Carpeta Bicentenario, por medio al Director General de Cultura del MINERD, el destacado escritor, duartiano por convicción y culto amigo el Lic. Rafael García Romero, logramos presentar esta Carpeta a la ilustre maestra, promotora y forjadora de los mejores valores cívicos y morales, a la sazón ministra de Educación doña Josefina Pimentel, quien al ver esta carpeta la asumió dentro de las actividades del Bicentenario que realizaría el Ministerio, llegando a expresar:- esto es lo más extraordinario que se ha hecho de Juan Pablo Duarte- lo cual nos atiborró de satisfacción.
En esta travesía por todo el país, en escuelas, parques, iglesias, mercados, calles, plazas, monumentos, pudimos comprobar, y las más de siete mil fotos lo atestiguan, la diversidad de rostros diferentes del patricio. Cada artista tiene una licencia de producir acorde a su imaginación y dejar una impronta, ese afán diferenciador aun con las mejores intenciones, llevó a algunos artistas a producir rostros disímiles a partir de la única foto que tenemos del patricio.
Sería un despropósito e ignominia, pedir que se retire el busto del patricio de la Plaza de la Bandera; si se retirase esa escultura, como pretenden algunos aun en su derecho, tendríamos que hacerlo también con todas las que hay en el país.
Lo que sí se debería es aplicar ley 127-01, que faculta al Instituto Duartiano, de regular de manera correcta la fisionomía de Duarte. Solo a partir de ahí se les podría a nuestros artistas exigir que su obra cumpla con esta iconografía. Mientras tanto respaldamos que el busto se quede donde está; quitarlo por razones políticas o por ignorancia sería un retroceso a la creatividad.
Pintores, escultores, y autores necesitan del apoyo estatal y del mecenazgo privado; retirar esta obra sería de por sí un acto cruel, no solo para el Padre de la Patria, sino también para la generación de escultores y artistas plásticos. Desde Fuaquiti vociferamos junto al público delirante ¡que se quede, que se quede!