POR: Cosme Peña
Me comentaba un amigo a propósito de la visita del expresidente Leonel Fernandez a un puesto de yaniqueques en Juan Dolio, que este los había puesto de moda, discrepé del amigo, en el sentido de que los que estábamos desactualizados éramos nosotros; el yaniqueque nunca ha pasado de moda. Posiblemente nos alejamos de él por razones de dieta, mudanza y distancia. Este elemento culinario, sigue siendo popular en los barrios. El origen de esta delicia gastronómica es atribuido a dos versiones. La primera es que fue traído por los inmigrantes ingleses de San Pedro de Macorís, adaptación de los famosos pancakes a la versión criolla, (la económica y aplatanada) y la otra es la que afirma que estos fueron creados por un panadero llamado Johny, quien adaptó los ‘’Elephant ear’’ añadiendo sal en vez de azúcar. El producto se hizo popular en su panadería Johny Cake. La transliteración de este nombre yani (Johny) queque (cake) produjo como tantos otros nombres anglosajones el término yaniqueque. En las playas se les conoce como longs play.
El yaniqueque ha evolucionado como la misma vida. Lo que fue en sus inicios una fritura simple de harina con sal, se fue rellenando con queso, huevos, salami, vegetales… Ludovino llevó esta exquisitez a otro nivel (prometo que será tema de otro Diario).
En mi Diario, esta visita del expresidente Fernández evoca dos recuerdos. El primero, el de ‘’la Hermana’’. La yaniquequera de la Josefa Brea, ubicada frente al colegio El Nuevo Liceo, ahí estudiamos de la mano del pastor Brito y luego impartimos docencia por ocho años. Donde esta sierva de Cristo nos desayunábamos en los recreos. No importaba que la fila fuera extensa. Ahí esperábamos ansiosos, las combinaciones y rellenos elaborados por ‘’La Hermana’’. Solo un alma noble y llena de amor como la de ‘’La Hermana’’ podía atender sin alterarse ni perder los estribos a esta legión de jóvenes hambrientos y bullosos. El segundo, data de la Semana Santa del año 1994, en Andrés Boca Chica. Eran casi las 7 pm. Todavía no había oscurecido por completo. Esa tarde el sol se acostaba parsimonioso, contraste del agitado día. Me acompañaba mi prometida Amy Taveras. A la sazón era dueño de la pizzería ambulante ‘’La Cherys”. En el ocaso de esta inolvidable tarde, estábamos ‘’cerrando el negocio’’. Un grupo de hombres caminaba por la arena blanca, saludaban a los bañistas y vendedores ambulantes. Reconocí dentro de la tropa morada, al colega y amigo Prof. Caminero (líder de la ADP) quien al verme me extendió un efusivo abrazo y me presentó a su candidato a la vicepresidencia, un joven amable, conversador y diligente. Primera vez que le veía, que le saludaba. No tuve el privilegio como la yaniquequera de Juan Dolio de ofertarle mis productos. Tampoco había selfis. Para mi beneficio de ese entonces se habían vendido las pizzas. Para alegría de mis recuerdos me hubiese encantado haberle preparado una pizza al que fuera por tres veces jefe de los destinos de la nación, pero el horno ya estaba apagado.
Por eso al ver a Leonel en la playa del Este, rememoro sus orígenes. Al joven cálido, conversador y humilde. ‘’Porque El Señor es excelso, y atiende al humilde, más altivo mira de lejos’’ Salmos 138:6
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