POR: Cosme Peña
Las provincias de Montecristi, Dajabón y algunos municipios de la línea noroeste deben ser declarados en estado de emergencia. El gobierno debe ir en su pronto auxilio. Todavía queda tiempo; poco, pero todavía queda. Y es que la sequía que las ha afectado en los últimos tres años ha provocado la muerte de miles de reses, y la agricultura ha desparecido casi por completo. Los ganaderos están con el grito al cielo, el auxilio es impostergable.
El agua es vida y sin este líquido vivificante, la infame muerte es inevitable. A diario, cientos de reses son encontradas muertas por inanición, situación desgarradora para sus propietarios. Los ganaderos de Villa Elisa, Villa Lobos, Villa Vásquez, Laguna Salada, Copey, Juan Gómez, Los Conucos, Botoncillo, Sabana Cruz, El Callal, entre otros, han perdido el patrimonio de años.
Soy sensible a este tema. Lo conozco en carne propia. Mi familia es montrecristeña. En mi diario recuerdo la cruda imagen de campos áridos, lagunas secas y la brisa polvorienta. Depender de una lluvia incierta para el desarrollo y sostenibilidad de actividades agrícolas y ganaderas es una mala apuesta. El tío Nicolás invirtió sumas millonarias en adecuar unos terrenos para el cultivo de vegetales de ciclo corto. Un contrato con una empresa internacional le garantizaba la compra. Eran exportados a la Florida por el Puerto de Manzanillo. Maquinarias, tuberías, fueron abandonadas. La sequía destruyó sus sueños.
A través de La Dirección General de Desarrollo Fronterizo (DGDF), se pudieran concretar planes, con ayuda internacional incluida, que vayan más allá de mantener una nómina como botín político. Si se desea mitigar la migración de sus habitantes es impostergable crear una política de Estado para el despegue y desarrollo de esta zona. De no actuar pronto, la frontera será sobrepoblada por extranjeros que lentamente ocuparán el espacio vacante dejado por los criollos.
Con desconocimiento de causa se pudiera hablar de los habitantes fronterizos. Desde las torres de Naco, Piantini y la Anacaona se alienta la construcción de un muro. ¿Para qué un muro, si los ganaderos y agricultores dominicanos están colapsando? Si no se actúa con firmeza, será cuestión de tiempo para que esa extensa franja sea abandonada. Los dajaboneros y montrecristeños son tan o más dominicanos que aquellos autodefinidos ‘’nacionalistas’’. Conservan la esperanza de una ayuda que llega a cuentagotas. Con su accionar diario hacen patria.
Montecristi, Dajabón y demás municipios fronterizos, existen no solo en los contrabandos decomisados, en las reyertas de nacionales haitianos, o ante el secuestro de un grupo de médicos élites. Montecristi, Dajabón y demás municipios fronterizos existen en su gente, en sus comerciantes, campesinos, ganaderos y agricultores. También en los deportes; en sus peloteros, en sus bellas mujeres, en los niños, en ganadería caprina y ovina. En sus reses que languidecen y mueren.
Montecristi, Dajabón y demás municipios fronterizos aguardan. Esperan la mano solidaria del gobierno. El presidente Medina ha demostrado durante su mandato, su alta sensibilidad con el campo. Señor presidente declare esta zona en estado de emergencia. Sus pobladores y el país se lo agradecerán.
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