POR: Fuáquiti
Domingo, dos de la tarde (no recuerdo hace cuantos años), hermanos de diferentes denominaciones religiosas, ingresaban a la emergencia del hospital Dr. Moscoso Puello, gimnasio idóneo para ejercitar la fe, el servicio y el amor de Dios al prójimo. Adultos y jóvenes henchidos del amor de Jesús, encontraban ahí, el campo fértil para sembrar la semilla del evangelio, vestidos de toda la armadura de Dios (Efesios 6:11 y 12) para no sucumbir ante las necesidades, sufrimientos, lloros y lamentos de una población sufrida, olvidada y marginada por todos los gobiernos.
La respiración de los allí presentes se dificultaba por la atmósfera hacinada, de sudor hediondo, heridas putrefactas, y la sangre derramada en el piso; mujeres en labor de parto se retorcían del dolor en sillas, esperando ser atendidas, mientras eran consoladas por los portadores del mensaje de paz, del autor de las parábolas de amor y redención.
Era frecuente recibir en destartaladas camionetas o motores, a jóvenes recién mutilados a machetazos, o heridos, por disputas entre bandas del barrio, mientras eran echados al piso, por los policías, que improvisaban camillas de cartón; este escenario era más parecido a la entrada del Infierno, descrito por Dante, en la Divina Comedia, que a un hospital apoderado de curar a los enfermos.
Esto transcurría ante la mirada ausente, frívola de galenos. Sus calamitosos salarios, emulaban a sus míseros pacientes. Quizás esta indiferencia era el mecanismo de defensa, para mantener la calma y sus nervios a raya, por la presión de afanar ‘a mano pelá’, por la ausencia de medicamentos y utensilios, que la mayoría de veces, tenían que ser comprados en las farmacias del frente, por los mismos pacientes, familiares o los hermanos.
Los años han pasado. Y el vetusto MOCOSO (sin S, como le llamamos los que crecimos en su entorno), ha sido ampliado, remodelado, y dotado de nuevas tecnologías, que favorecerán a los más desposeídos. Nos inunda de alegría, su nueva imagen, sus equipos modernos, peticiones anheladas por décadas, y una oración contestada. Y en propia palabra del presidente Danilo Medina, “Puedo asegurar ante ustedes que ninguna clínica en el país supera al Hospital Moscoso Puello, ninguna. Este centro está diseñado para todas las clases sociales de República Dominicana”, nuestro reconocimiento a las autoridades por auscultar el clamor de los más desfavorecidos, y de los sectores más paupérrimos.
Y pensar que tan solo se necesitaron seiscientos millones de pesos, para llevar la salud, tranquilidad y dignidad a miles de pacientes de estas barriadas. Que es un derecho que les asiste. Ley No. 42-01, General de Salud, artículo 28.
Reflexionamos, en la cantidad de hospitales que se pudieran construir con los miles de millones que son desviados en actividades corruptas. En el impacto positivo de este dinero en la salud de los dominicanos, esta ilusión debe darnos las fuerzas para seguir exigiéndoles a las autoridades, mayor transparencia en el uso de los recursos del Estado. Así se hace patria, y en esta semana ingresamos a emergencia, a la politiquería sucia y barata,y le damos el alta a esta buena noticia.