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Allá arriba, allá arriba

POR: Leibi Ng

¿De qué material están hechos los hombres torturados, exiliados, vejados, encarcelados, traicionados… que al final de sus vidas, en lugar de maldecir, sonríen?

Jorge Puello Soriano, El Men, dirigente izquierdista, dice ahora mismo en una entrevista en Youtube, que lo inmortaliza: «Hasta después de muerto, los huesos sirven de bandera».

Ese hombre, el mismo del proyecto de «La Torre Universal Socialista», que a veces parecía confundirse con un festejo en el que nombraba a amigos, colaboradores, cooperantes… viviendo en la casa de la calle Barahona del Barrio San Carlos, con lucidez y alegría, con la placidez de los años, se negó a aceptar ayudas de cuyo origen dudase. No era él quien se iba a manchar con dinero sin dignidad. Un valor en sí mismo en contradicción con esas personas serviles que andan por todas partes denigrando la calidad humana y rebajándose por cheles.

Este dirigente, que nació un 10 de junio de 1926, y que cumplió los 91 años, inició su ascenso por la escalera larga de la bondad con que se prodigó todos estos años entre sus semejantes. Ciego, a consecuencias de golpes dados en la mazmorra, fue como negarse a mirar que la esperanza de la izquierda, que parecía asomar con el ascenso al poder del PLD de Juan Bosch, se fue alejando cada vez más, envuelta en el neoliberalismo globalizante que implacable gira, caiga quien caiga.

El corazón del Men, ese que latió cerquita de Fidel Castro y grandes dirigentes del mundo, que siendo niño vendió maní en las calles y fue un buen zapatero, se detuvo el sábado 26 de julio de 2017, y nos dejó en medio de esta lucha contra la corrupción, la impunidad, el lavado de los narcos, los negocios incomprensibles, los enriquecimientos ilícitos, y una izquierda senil y deprimida, que intenta reverdecer junto a la juventud en cada acción del Movimiento Marcha Verde.

El Men «un hombre que ha querido tener un corazón más grande que un palacio», ahí en su casita de la calle Barahona, adonde fue visitado por Pepín Corripio, porque eran amigos y se conocían desde muchachos, dando un ejemplo ambos, de solidaridad y amistad sin fronteras sociales.

«Con el Men se va una parte de la historia del movimiento revolucionario dominicano», dijo el dirigente izquierdista Iván Rodríguez. Nadie puede negarlo. Combatió la dictadura de Trujillo, luchó todos los años que duró Balaguer en el poder y se rebeló contra los gobiernos que nos han levantado la esperanza, para después dejarnos cada vez más decepcionados.

«Como se ve, estamos en la época ya histórica post-moderna del ser humano. No 1, El cordón umbilical que ha empezado a cuantificar su proyección, a nivel médico, con gran importancia para el mundo, pasando de la era cuaternaria a las células madre y, todos sabemos lo que esto ha aportado a la salud humana… ¿Y cuándo llegue la célula padre? Barrerá con el capitalismo entero y, se acabara la ambición desmedida del hombre y la mujer. Entonces, ratifiquemos con fuerza la lucha contra el viejo orden junto a todas las fuerzas progresistas». El Men

Allá arriba, allá arriba se nos fue el hijo de doña Nina, y se llevó su boina y su camisa roja, fiel a sus convicciones como un moderno Enriquillo: Primero muerto que esclavo.