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♫A la clase que ya es hora… ♫

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Esta semana es maravillosa: inicia el nuevo año escolar. Hay quienes piensan que da lo mismo mandar o no mandar a los polluelos a las clases en su primera semana. Se piensa: «total, no dan clase». Lo que a veces no nos damos cuenta es que esa semana de adaptación es vital y puede ser la gran diferencia en el rendimiento escolar. ¿Por qué? Porque recibir clases no es tomar notas ni repetir frases de caligrafía. Hay mucho más detrás de la primera semana.

Por ejemplo, quien asiste desde el principio se va adaptando y cobrando mayor confianza personal. Si una estudiante es nueva y, encima entra tarde, va a sentirse más aislada, con menos seguridad para hacer una pregunta o relacionarse. Otra razón es que durante esa semana el personal docente investiga las ‘lagunas’ del grupo. Y da repasos sobre estos temas de manera que podrá iniciar la unidad didáctica del nuevo año con todos los conocimientos previos.

La designación de Andrés Navarro como ministro de Educación nos llena de esperanza. Demostró capacidad de gestión en la línea de fuego: el Ministerio de Relaciones Exteriores. Así como debemos exigir que ese millón de estudiantes que está en tanda extendida, además de block, varilla y pan, reciba una educación de calidad, toda la familia debe unirse para enviar a la escuela a todos los niños y las niñas del país.

El deber de las hijas e hijos de la patria no es cuidar hermanitos y pasarse la mañana haciendo oficios. Su deber es estudiar, jugar, relacionarse con otros niños bajo la estricta vigilancia y protección del adulto a cargo. Sus necesidades deben ser cubiertas. No han venido al mundo a amargarnos la vida. Han venido para ser felices, desarrollar sus capacidades, instruirse con una formación sólida. De lo contrario, estaremos formando delincuentes, personas tristes, gente sin conocimiento para ganarse la vida dignamente y, lo que es peor, para comprender todo el alcance que tienen las decisiones que tomará a lo largo de su vida.

A RD le URGE un GRAN Ministro de Educación. Para quien lo dude, le invito a leer el texto que produjo un estudiante de mi clase de escritura. Su nombre y escuela no figuran para proteger su identidad y honrar la confianza. Pero es una muestra de lo que está sucediendo en nuestras escuelas en tanda extendida. A veces no saben escribir ni su nombre. A este cuerpo ñoño no se lo contó nadie. Lo vivo en los talleres de enseñanza de escritura que imparto en las escuelas y colegios del país.

En resumen: LA EDUCACIÓN DOMINICANA ESTÁ EN UNA CRISIS DE EXTREMA GRAVEDAD. Estamos condenando a generaciones y generaciones. Así como le exigiremos (pues le observaremos con lupa) al nuevo ministro de Educación, de ese mismo modo debemos exigirnos en la familia para que supervisemos la educación de nuestros hijos e hijas. No abriendo boca y ofendiendo cuando revisamos un cuaderno, sino comprometiéndonos a aprender junto a ellos cada día, escuchando sus experiencias traídas de la escuela y dándoles un buen ejemplo en el hogar.